Carlos Villa Roiz
Al celebrarse el Día de la Familia, el canónigo teólogo de la Catedral de México, el padre Julián López Amozurrutia, entrevistado, habló de esta importante institución social: “Rescatar el Evangelio de la familia es decir, la buena noticia de la familia, que es la alegría de pertenecer a este núcleo en el que somos gestados a la vida, en el que crecemos, en el que desarrollamos nuestras potencialidades, en el que aprendemos a socializar, en el que aprendemos a perdonarnos y a ser generosos unos con otros, en el que aprendemos a superar nuestras dificultades, es siempre un referente importante. Gozar la alegría de pertenecer a una familia y perseverar en ella.”
También hizo referencia a que el próximo 8 de marzo es el Día Internacional de la Mujer: “reconocer el lugar que en el tejido social tiene la mujer, el reconocimiento del genio de la mujer y sobre todo, la igualdad que debe haber entre el hombre y la mujer en lo que se refiere a los derechos laborales y a tantas otras cuestiones.”
Al celebrar la Santa Misa en la Catedral Metropolitana, el Padre Julián López habló de la Cuaresma como un tiempo de purificación y conversión, y sus palabras versaron sobre las frases del Evangelio: “Quiten todo de aquí y no conviertan en un mercado la casa de mi Padre”, y “Destruyan este templo y en tres días lo reconstruiré”, refiriéndose al templo de su cuerpo.
“La Iglesia requiere siempre ser purificada, porque en ella se cuelan, incansables, aires contaminados de intereses y mediocridad. Acomodarse al mundo, adaptarse a sus valores y criterios, renunciar al anuncio del Evangelio con el pretexto de evitar contiendas, admitir el humo de Satanás en los espacios más sagrados y propiciar confusión sobre nuestra verdadera vocación a la santidad, son tentaciones que la Iglesia ha conocido en todo tiempo, y que siguen mostrando su fuerza seductora hoy en día. Se encontrarán incluso argumentos que parecen piadosos. También el negocio de los cambistas y de los vendedores de animales en el templo de Jerusalén se justificaba en aras de la pureza ritual.”
“La Cuaresma es ante todo una oportunidad de purificar nuestro corazón y nuestra conducta, para orientarnos a un nuevo estilo de vida. Le pedimos a Jesús que lance su látigo hacia nuestras profanaciones, y que nos grite con claridad nuestros errores”, concluyó.
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