Continúan la disputa entre los habitantes de los municipios de Chalchihuitán y Chenalhó por la posesión de 363 hectáreas, pese a la reciente resolución del Tribunal Unitario Agrario, que falló a favor de Chenalhó. Pero éste no es el único conflicto que se vive en el estado de Chiapas: hace unos días, un comando armado sorprendió a los habitantes del municipio de Oxchuc, donde murieron tres personas, y también ha habido enfrentamientos y muertes en Chilón, donde dos indígenas fueron ejecutados recientemente.
“El hombre es el lobo para el hombre”
Ante esta realidad, el recién consagrado Obispo de San Cristóbal de las Casas, monseñor Rodrigo Aguilar Martínez, no duda en afirmar que en la entidad se vive una “violencia desatada”, y tras recordar la frase del pensador inglés Thomas Hobbes: “El hombre es lobo para el hombre”, ha dicho que, según lo que ha podido dialogar con algunas personas y grupos, tras haber tomado posesión de la diócesis a principios de año, donde hay conflicto “todos se sienten agraviados y víctimas, y nadie reconoce su culpa”.
Al respecto, reflexionó que “cuando la rigidez en la propia postura lleva a encubrir la verdad y a manipular la información, viendo sólo que la culpa la tiene el otro o los otros, es muy difícil llegar a la reconciliación y, con ello, a la paz firme y duradera”. Por ello –consideró– en todo conflicto “resulta fundamental reconocer la verdad de los hechos, así como de las intenciones”.
“La verdad los hará libres”
Para el obispo de San Cristóbal de las Casas –una de las diócesis con mayor presencia indígena en el país– quien miente, por lo general debe inventar nuevas mentiras para encubrir lo propio. “En cambio –dijo– quien actúa con la verdad, experimenta la libertad de la honestidad”.
Pero va más allá, pues además de pedir que se hable y actúe con la verdad, el obispo ha hecho un llamado a hacerlo con amabilidad, no buscando imponerse, sino entenderse mutuamente. “Y a esta actitud de hablar con valentía y claridad, debe corresponder la de escuchar con humildad”.
Aclaró: “El proceso no es ver quién gana y quién pierde; sino saber ceder de ambas partes para que ganemos todos. La unidad no significa que una persona o grupo se imponga a todos, sino que se reconozca y acepte la pluralidad de aspectos y perspectivas y, con todo eso, podamos caminar juntos”.
“Hermanos todos –concluyó a través de un mensaje publicado en su página de Facebook– sólo la verdad y la justicia con amor serán los ingredientes para una paz duradera. Invito a usted a que en todos los ámbitos en que nos movamos, seamos, con esos criterios y valores, firmes constructores de paz”.
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