Conociendo al Arzobispo de México: Un pastor “todoterreno”

Marilú Esponda Sada

El padre Carlos Aguiar se formó sobre dos líneas muy marcadas: la novedad del Concilio Vaticano II, que abría nuevas perspectivas, nuevas formas de vivir y encarnar la Doctrina de la Iglesia, y la cuestión latinoamericana, que desde muy pronto estuvo presente en su vida.

Por su conocimiento sobre América Latina, fue nombrado Secretario General del Consejo Episcopal Latinoamericano en el año 2000, donde reestructuró la organización. Tres años más tarde fue nombrado Vicepresidente, a fin de dar continuidad a la implementación del proyecto, durante el cuatrienio 2003-2007.

“Como obispo, siempre ha sido cercano a los sacerdotes –destaca el padre Manuel Corral– y les ha hecho ver la necesidad de prepararse continuamente para responder de manera adecuada a su vocación de presbíteros. En su serenidad, ha tenido un gran liderazgo, tanto en el ámbito social como en el ámbito eclesial; es un hombre que se ha dedicado a servir a la Iglesia y a la sociedad.

Quienes lo definen como un “pastor todoterreno”, explican que lo mismo se le puede ver reunido con la clase política que con grupos de intelectuales sosteniendo conversaciones abiertas, o meterse al barrio más pobre y entrar en diálogo con la gente más sencilla. “Dialoga continuamente con todos los sectores sociales, porque le interesan las personas”, explica el Dr. Jorge Traslosheros, historiador de la UNAM.

“Como periodista –señala Felipe Monroy, experto en temas de religión–, he tenido oportunidad de ver y seguir a Don Carlos Aguiar en diferentes espacios de su actividad, como obispo y pastor, desde hace años: lo mismo en conferencias de prensa que ante autoridades civiles; lo mismo caminando junto a fieles en las calles que liderando reuniones de obispos en México y el extranjero. Aguiar Retes no desentona en ninguna de ellas, nunca parece estar ni incómodo ni fuera de lugar.

“Quizá eso sea lo que mejor representa su carácter dialogante y conciliador: se hace oyente respetando el espacio y al interlocutor. Nunca parece trabajar con un carácter impositivo y, por alguna razón, parece hacer lo correcto. Dice el proverbio que sólo las personas con botas no se preocupan dónde plantan el pie; y el santo señala que hay que descalzarse para entrar en los lugares sagrados; Aguiar Retes quizá pone en práctica más la otredad: ponerse en los zapatos del otro y comprender más. Una actitud que puede ser muy útil, especialmente porque no toda la Iglesia marcha al mismo ritmo, ni con las mismas fuerzas, ni con la misma seguridad”, afirma el comunicólogo.

En 2004, mientras combinaba los encargos que tenía en el Consejo Episcopal Latinoamericano, fue electo Secretario General de la Conferencia del Episcopado Mexicano, donde propuso, asimismo, una reforma para simplificar la estructura de las Comisiones Episcopales y adecuar la funcionalidad de las Provincias Eclesiásticas, con lo que se crearon cuatro nuevos arzobispados: Tijuana, León, Tulancingo y Tuxtla Gutiérrez.

Don Carlos Aguiar Retes explica la razón de ser de las reformas que trataba de implementar: “Como decía hace algunos años el cardenal Josef Ratzinger: ‘Ecclesia Semper reformanda, la Iglesia está siempre necesitada de reforma”. Y más adelante continuaba: “Debemos tener siempre presente que la Iglesia no es nuestra, sino suya. En consecuencia, las ‘reformas’, las ‘renovaciones’, por apremiantes que sean, no pueden reducirse a un celoso activismo para erigir nuevas y sofisticadas estructuras. Lo más que puede esperarse de un trabajo semejante es una Iglesia ‘nuestra’, hecha a nuestra medida, que puede incluso ser interesante, pero que, por sí sola, no es la Iglesia verdadera, aquélla que nos sostiene con la fe y nos da la vida con el sacramento. Quiero decir que lo que nosotros podemos hacer es infinitamente inferior a Aquél que hace”.

Terminando su trienio como Secretario de la Conferencia del Episcopado Mexicano, monseñor Carlos Aguiar Retes sería electo Presidente de dicho órgano episcopal, cargo que ocuparía por dos trienios, del 2007 hasta el 2012.

 

Tomado del libro: Una Iglesia para soñar

 


“La reforma de la Iglesia no significa entregarnos desenfrenadamente a levantar nuevas fachadas, sino procurar que desaparezca, en la medida de lo posible, lo que es nuestro, para que aparezca mejor lo que es de Cristo”.
Sistema Informativo de la Arquidiócesis de México

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