Alejandra María Sosa Elízaga
Al padre Hugo Valdemar Romero
Estimado padre Hugo:
Hace quince años, cuando fuiste nombrado Director de la Oficina de Comunicación Social de la Arquidiócesis de México, me invitaste a escribir en Desde la Fe, y gracias a Dios, he podido colaborar, desde entonces, semanalmente.
Recuerdo que mi primer artículo fue en Pascua de 2003, sobre la Resurrección, y enseguida vinieron un titipuchal de números en los que había que comentar un documento vaticano que me sacó canas verdes, porque tenía que aterrizar al lenguaje de todos los días, un texto denso y profundo de nuestro querido san Juan Pablo II. Pero le agarré el gusto y aquí he seguido.
Para quienes participamos en la elaboración de este semanario, escribir una o más colaboraciones cada semana es una labor muy exigente, pues implica vivir permanentemente como corriendo en una vía de ferrocarril, perseguidos por un tren. Entregamos el artículo de una semana, y ahí viene detrás, puuuu puuuuuuuuuu, chucu-chucu-chucu, el que debemos entregar ¡ay!, la semana siguiente.
Pero también es sumamente satisfactorio poder ayudar a la gente a no dejarse influir por el relativismo y el ambiente anti católico que nos rodea, sino acercarse a Dios y a la Iglesia, amar a María, y comprender, disfrutar y vivir bien su fe católica en el día a día.
Por todo esto, en nombre de mis colegas y compañeros, y en el mío propio, quiero darte las gracias de todo corazón. Gracias por darnos la oportunidad de poner nuestra capacidad para escribir, al servicio de Dios y de nuestros hermanos.
Ha llegado el momento de dejar esta labor a la que te has entregado con pasión, y en la que, por defender con valentía los principios de la doctrina católica, fuiste objeto de feroces críticas y ataques que soportaste con admirable paz e incluso con sentido del humor. Dichoso tú, porque un día recibirás la recompensa prometida.
Nos alegró saber que ocupará tu puesto una mujer, que tiene una gran preparación y la disposición de ejercer sus talentos trabajando para el Señor. ¡Sea bienvenida!
Te vas con la grandísima satisfacción de dejar un semanario que ha sido un instrumento de información y formación para incontables lectores católicos, e incluso no católicos.
¿Qué te tocará hacer ahora? Sólo Dios lo sabe. Pero ten la certeza de que Él, que te dotó de tantos dones y carismas, te tiene reservada una encomienda en la que puedas ejercerlos para gloria Suya, tu santificación y el bien de Su pueblo.
Quienes colaboramos en Desde la Fe le pedimos a Dios que te siga sosteniendo en la palma de Su mano y te colme con Su gracia y bendición. Te reiteramos nuestra gratitud y amistad. Y cuenta siempre con nuestra oración.
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