Carlos Villa Roiz
Al celebrar la fiesta patronal de san José en la Basílica Menor que lleva su nombre, y que es una de las dos basílicas que existen en la Ciudad de México, el sacerdote Carlos Navarrete Medina, párroco de este templo ubicado en la colonia Centro, exhortó a los fieles a pedir la mediación de san José para que en los próximos comicios se elijan gobernantes que estén comprometidos con el pueblo y se acabe con la corrupción.
El sacerdote explicó que san José es el Patrono de la Iglesia, de las familias y del empleo; durante la homilía, habló de la importancia de san José como padre terrenal de Jesús en la historia de la Iglesia, de la salvación y de la humanidad, y explicó que aunque la Biblia lo cita pocas veces, los hechos hablan de su gran importancia.
Al preguntarle sobre por qué este templo es una Basílica Menor, recordó que san Juan Pablo II, el 15 de enero de 1993, le concedió este título, y que al lado de la Basílica de Guadalupe, son las dos únicas basílicas que hay en la Ciudad de México. Este templo está dedicado a san José por sus lazos históricos con la parroquia de Indios de san José de los Naturales de origen franciscano y a Nuestra Señora del Sagrado Corazón.
Se trata de un templo histórico que surgió poco después de la conquista de México en el barrio de San Juan en apoyo al programa misionero de indios del convento de San Francisco, y hacia 1772 el templo se modernizó por instrucción del entonces Arzobispo de México Francisco de Lorenzana, quien dividió a la ciudad en 13 parroquias, siendo ésta administrada por el clero secular.
El nuevo templo quedó consagrado en 1792, pero un posterior sismo, ocurrido el 19 de junio de 1858, causó daños, por lo que fue necesario reconstruirlo una vez más y quedó abierto al culto en 1861. El 9 de febrero de 1931 fue declarado monumento histórico, inscrito en la Delegación Cuauhtémoc.
La Santa Misa en honor a san José contó con la asistencia de tantos fieles, que la comunidad se extendió hasta el atrio para poder participar en la ceremonia religiosa, y contó con la presencia de sacerdotes de varias congregaciones y de un grupo de mariachi que acompañó los cantos litúrgicos.
Al terminar la Misa, hubo una kermés en el atrio donde se pudieron degustar bocadillos mexicanos, hubo música y actividades de feria como una tómbola, lo que permitió el convivio de vecinos, familias y de la comunidad parroquial.
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