Vladimir Alcantara
Tras ocho meses de intenso trabajo de organización, voluntarios, enfermeras, médicos y demás miembros de la Orden de Malta-México realizaron finalmente este 13 de octubre su tradicional peregrinación a la Basílica de Guadalupe, recinto al que anualmente llegan con unas 10 mil personas, entre enfermos y familiares, de las ocho vicarías de la Arquidiócesis Primada, quienes acuden para poner en manos de la “Morenita del Tepeyac” sus sufrimientos, necesidades y preocupaciones.
La Orden de Malta nació en Jerusalén en el año 158, y desde entonces ha desarrollado por todo el mundo una importante labor humanitaria; actualmente tiene 13 mil miembros y 50 mil voluntarios a nivel mundial; mantiene relaciones diplomáticas con más de 120 países; cuenta con derecho a expresar sus opiniones en la Organización de las Naciones Unidas y en la Unión Europea, y sirve como intermediaria en conflictos entre naciones, en virtud de su sello de neutralidad.
A su arribo, la nutrida peregrinación fue recibida por Mons. Enrique Glennie, ex Rector de la Basílica y actual Vicario General de la Curia Arzobispal, quien celebró una Misa de acción de gracias, en cuya homilía dijo que la Orden de Malta cumple con el encargo que Dios hizo a la Iglesia en el sentido de ver por los enfermos, una labor que Jesús realizó en su ministerio público, y que encomendó a sus discípulos antes de ir al cielo.
Explicó que Jesús curaba para suscitar en las personas la conciencia de la presencia de Dios y una respuesta a su amor. “Sin embargo -señaló-, no es necesario tener salud física para lograr un mayor amor a Dios, si bien es cierto que el deseo de tener ambas cosas, la salud física y el amor a Dios, es algo muy justo y natural”.
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Dijo que la Iglesia invita a la comunidad a recibir el sacramento de la Unión de los Enfermos, el cual no solamente tiene que ver con la enfermedad física, son también con la espiritual. Agregó que, incluso, el bienestar espiritual, que se centra en la gracia del Espíritu Santo, puede ayudar a sanar enfermedades.
Mons. Enrique Glennie externó que la enfermedad no puede ser considerada un castigo por los pecados personales, pero si estos pecados separan a la persona de Dios, la reconciliación con Él ayuda a experimentar un mayor bienestar tanto físico como espiritual.
Finalmente, invitó a los peregrinos a poner en su corazón las palabras de ternura que Santa María de Guadalupe dirigió al pueblo de Dios a través del mensaje que dio a San Juan Diego: “Escucha, ponlo en tu corazón, hijo mío; no temas a esta enfermedad ni ninguna otra, ¿acaso no estoy yo aquí, que tengo el honor y la dicha de ser tu Madre? ¿Acaso no estás bajo mi protección y resguardo?”.
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