Carlos Villa Roiz
La toma de posesión del cardenal Carlos Aguiar Retes como Arzobispo Primado de México coincidirá con los 90 años del martirio del sacerdote mexicano san Jesús Méndez Montoya, canonizado en Roma por San Juan Pablo II durante el Jubileo de la Encarnación en el año 2000.
Este santo, cuya vida y muerte estuvieron íntimamente ligados al sacramento de la Eucaristía, nació en el seno de una familia humilde el 10 de junio de 1880 en Tarímbaro, Michoacán, y desde temprana edad sintió el llamado de Dios. Aunque había estudiado la primaria en una escuela oficial bajo un sistema estrictamente laico y anticlerical, ingresó al Seminario a los 14 años y recibió la ordenación el 22 de junio de 1906, de manos del arzobispo Atenógenes Silva.
Su ejercicio sacerdotal estuvo ligado a distintas parroquias, y se sabe que era asiduo al confesionario, a visitar enfermos y a atender asociaciones parroquiales; destacó por su amor mariano. Además, promovió varias obras sociales y fundó una cooperativa, inspirado por la encíclica Rerum Novarum, del Papa León XIII.
Cuando entró en vigor la Ley Calles, en 1926, los templos cerraron por seguridad de los propios fieles; sin embargo, hubo sacerdotes que a costa y riesgo de la propia vida, permanecieron en sus comunidades ejerciendo su ministerio a escondidas.
Cuando se agotaron los recursos en contra de la intolerancia religiosa del gobierno, varios vecinos del pueblo de Valtierra, Guanajuato, se levantaron en armas el 5 de febrero de 1928 sin que el P. Jesús Méndez tuviera participación alguna. Para sofocar la rebelión, acudieron soldados de Sarabia, un poblado cercano, y cuando los federales entraron a este poblado, el sacerdote acababa de celebrar una Misa y salió del templo con el copón oculto debajo de sus propias ropas; cuando los soldados lo descubrieron, lo tomaron preso, pero pudo consumir las Hostias consagradas.
Los militares lo trasladaron cerca de la plaza del pueblo para ejecutarlo, y cuando ya estaba ante el pelotón, ninguno de los varios disparos que hicieron los soldados pegaron en el blanco. Entonces el capitán lo despojó de un crucifijo y medallas que llevaba al cuello y solo así pudieron matarlo.
Los soldados llevaron su cuerpo a las vías del tren para que lo despedazara a su paso, pero las propias mujeres de los oficiales, compadecidas y tal vez practicantes de su religión, lo retiraron de allí, y en un camión de redilas trasladaron los restos del sacerdote al pueblo de Cortázar donde fue velado en un portalillo, y finalmente sepultado por el Señor Elías Torres a quien le entregaron el cuerpo.
Años después. El P. Segoviano, Vicario de Valtierrilla, acompañado de gran número de fieles, exhumó los restos y fueron colocados en la iglesia parroquial, sin que se perdiera la memoria de su martirio y amor a la Iglesia.
El P. Jesús Montoya fue beatificado el 22 de noviembre de 1992 y canonizado en el grupo de san Cristóbal Magallanes y sus 24 compañeros mártires, todos ellos víctimas de la Guerra Cristera (1926-1929).
En esta importante fecha, 5 de febrero, la Iglesia también celebra a san Felipe de Jesús, primer mártir mexicano, martirizado en Nagasaki, Japón y patrono de la juventud mexicana.
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