Una oración por el fin de la guerra en Siria y en todas las demás zonas de Oriente Medio, así como una invitación a un esfuerzo común para que podamos disfrutar de una paz estable y duradera. Con este llamamiento concluyó el Sínodo de 2018 de la Iglesia Caldea en Bagdad, presidido por el Patriarca Card. Louis Raphael Sako.
Hacia el diálogo entre Teherán y Washington
Además de hacer un llamamiento a la paz en Siria, los líderes de la Iglesia iraquíes han examinado la situación entre Irán y Estados Unidos, que está cada vez más en el centro de una “guerra psicológica”, como dice el presidente Rouhani. Según los obispos, para llegar a una solución, los dos países deben adoptar el camino del diálogo y la diplomacia y no tratar de imponer medidas y acciones punitivas que sólo van en detrimento de la población civil. “Las guerras y las sanciones – advierten los obispos – no traen más que resultados negativos y los inocentes sufren las consecuencias”.
La invitación de la Iglesia a Irak
Los patriarcas hacen un llamamiento para que se ponga fin a la violencia que está ensangrentando Oriente Medio. Después de un análisis de la situación, los obispos destacaron cómo la comunidad cristiana iraquí local ya ha iniciado un lento proceso de renacimiento después de las violentas persecuciones del Estado islámico. El fortalecimiento de la unidad nacional es fundamental, reafirman y confirman el apoyo de la Iglesia iraquí a quienes trabajan en esta perspectiva. También piden una economía más fuerte y un impulso al empleo. Estos objetivos deben alcanzarse teniendo en cuenta a las nuevas generaciones. Por lo tanto, se espera un gobierno nacional fuerte que trate a todos los ciudadanos con igualdad, libertad, democracia y respeto al pluralismo.
El regreso de los iraquíes desplazados
Una vez más, según los obispos, el futuro ejecutivo del gobierno iraquí tendrá la tarea de asegurar el regreso de las familias desplazadas, el alojamiento en sus casas y la restauración de la infraestructura. La Iglesia iraquí no oculta sus temores por el futuro de la región. Por esta razón, la primera tarea es garantizar el regreso del mayor número de personas desplazadas a la llanura de Nínive, la zona de mayoría cristiana del norte del país. Será necesario entonces reforzar la seguridad y las actividades pastorales, sociales y humanitarias, mientras que los fieles serán llamados a mostrar paciencia y constancia, manteniendo viva la fe y la esperanza.
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