Un afectuoso saludo de Navidad es el que ha hecho desde la Gruta de Belén, el Custodio de Tierra Santa, Fray Francesco Patton, OFM, quien recuerda el significado del extraordinario acontecimiento del nacimiento del Niño Jesús, Hijo de Dios quien se hace uno con los hombres.
Dice que la Navidad es “un evento que se despliega ante nosotros (…) como un regalo que tiene que ser acogido: un don de salvación que puede cambiar nuestras vidas y nuestra historia, no obstante que los eventos de la vida cotidiana y la experiencia personal pretendan demostrar lo contrario”.
Luego, meditando en la Gruta de Belén, reflexiona haciendo una pregunta: “¿de qué podría salvarnos un bebé envuelto en pañales y acostado en un pesebre?”. Sobre lo cual responde:
“¡Un niño en pañales en un pesebre puede salvarnos de vivir una vida retorcida y atiborrada de preocupaciones! ¡Porque el llanto de ese niño nos obliga a olvidar un poco nuestras lágrimas! ¡Porque el hambre de ese infante nos constriñe a preocuparnos menos de nuestras carencias! ¡Porque la necesidad de cuidado y atención, nos exige a no ponernos muy a menudo en el centro del universo y nos educa para amar!”.
Fray Patton señala también que un pequeño en pañales en un pesebre “puede salvarnos de neutra presunción, prepotencia y orgullo, del deseo de confiar en nosotros a toda costa”.
“Él parece indefenso y desarma el corazón, es incapaz de distinguir a los ricos de los pobres, al débil del poderoso, al grande del pequeño. Nos indica que ante Él todos somos iguales y nos hace sentir pequeños a nosotros mismos. ¡Nos obliga a aprender su lenguaje y a volver a ser niños, recordando las palabras y los gestos simples de cuando éramos pequeños, sin trampas, sin hipocresías y falsas astucias!”, agrega, para luego continuar, que un niño en pañales en un pesebre “nos puede salvar del pesimismo, de la desconfianza y del miedo a la muerte, ya que pone ante nuestros ojos el misterio y el milagro de la vida”.
En este sentido, el Custodio de Tierra Santa dice que en ese niño de Belén, “late el mismísimo corazón de Dios”, y que Él “es el autor de la vida misma, que llegó a vivir nuestras vidas para darnos la suya y finalmente marcar el comienzo de la vida de Dios”.
Por esta razón -prosigue Fray Patton-, “con los brazos abiertos, el Niño de Belén se ofrece y se entrega a nosotros, capaz de dar la sonrisa más hermosa. Pero al mismo tiempo, se presenta frágil, indefenso y necesitado de todo”; y que por esto todos “estamos llamados a abrir los brazos para dar la bienvenida y pada donar con el corazón alegre y generoso de Francisco de Asís”.
Concluye, invitando a todos a “abrir los brazos para acoger con generosa ternura al Niño de Belén y a todos aquellos pequeños en los que hoy se hace presente (…) ¡Feliz Navidad desde la Gruta de Belén! ¡Feliz Navidad desde el pesebre de Belén! ¡Feliz Navidad desde el lugar donde comenzó el don de Dios y de nuestra salvación! ¡Feliz Navidad para todos y cada uno de vosotros, vuestras familias y comunidades!”.
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