Mañana el card. Angelo Becciu inicia su nuevo encargo de prefecto de la Congregación de las Causas de los Santos presidiendo en Košice, Eslovaquia, la beatificación de Anna Kolesárová, una joven de 16 años asesinada en 1944 por un militar soviético durante la ocupación de la Armada Roja
P.- Eminencia, ¿con cuáles sentimientos comienza esta nueva fase de su vida?
R.- Me preparo a iniciar con serenidad. Tengo la gracia de iniciar mi primer día de trabajo con la beatificación de esta joven, Anna Kolesárová. Por lo tanto comienzo con los mejores augurios y estoy contento.
P.- ¿Qué mensaje viene de esta Beata?
R.- Es un mensaje que va totalmente contra corriente; una chica de 16 años que tiene la fuerza para oponerse a la brutalidad de un soldado soviético que quería abusar de ella. Ella se niega, no sólo por un simple instinto de defensa, sino por la creencia de que tenía que permanecer pura y casta. En un mundo donde se sonríe a estos valores, es un mensaje hermoso. Me sorprendió el hecho de que esta joven fuera descubierta por un grupo de estudiantes que, al enterarse de su martirio, se conmovieron y peregrinaron a su tumba. De ahí surgió el descubrimiento de la vida de esta muchacha que atrajo la atención de los sacerdotes, quienes luego divulgaron la biografía y la vida de Anna Kolesárová.
P.- Un testimonio de fe fuerte y sencillo en un período difícil para la Iglesia… pensamos también en la publicación del documento de Mons. Carlo Maria Viganò. ¿Cómo vive estos momentos?
R. – Acabo de regresar de mi pueblo, de Cerdeña. Vi mucho desconcierto en la gente. Hago mío el desconcierto del pueblo y sufro con él; renuevo -como los mismos cristianos católicos hicieron- mi cercanía al Santo Padre y la disposición de ánimo de defenderlo siempre.
P. – ¿Qué espera para la comunidad eclesial, para los muchos fieles dolidos y entristecidos por estos hechos?
R. – Espero lo que hemos recibido como enseñanza desde que éramos niños: el Papa se ama y se lo ama hasta el final. Del Papa se reciben y se acogen todas sus instrucciones, indicaciones y palabras. Por lo tanto, si nos encontramos unidos al Papa, la Iglesia se salvará. Si en cambio creamos divisiones – desgraciadamente – la Iglesia corre el riesgo de sufrir graves consecuencias.
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