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Mons. Chaput: «El camino recto hacia la felicidad no es relajar la ley de Dios sino entregarnos al poder de su gracia»

Infocatolica

El Arzobispo de Filadelfia, Estados Unidos, Mons. Charles Chaput, escribió un ensayo titulado «El Esplendor de la Verdad en 2017» para la revista First Things en el cual destaca la actualidad de la Carta Encíclica Veritatis Splendor de San Juan Pablo II que cumplirá 25 de publicación en 2018.

El prelado citó al activista checo Václav Havel para ilustrar la relación del escrito, una detallada defensa de la Verdad objetiva en un contexto de relativismo, con los desafíos de la cultura actual:

«Hay momentos en que debemos sumergirnos en el fondo de nuestra miseria para comprender la verdad, así como debemos bajar al fondo de un pozo para ver las estrellas a plena luz del día».
Las circunstancias que inspiraron la frase, la vida en un régimen dictatorial sin libertad para conocer la verdad, fueron comparadas por el prelado con las heridas causadas al razonamiento moral y la identidad del hombre en el siglo XX, «extendiendo un peculiar tipo de confusión en nuestro discurso político, las instituciones, la cultura popular, las vidas de los creyentes religiosos y enteras comunidades de fe, incluyendo, a veces, a la Iglesia misma». Esta situación fue enfrentada por el Papa Juan Pablo II a través de su Carta Encíclica, cuya esencia fue resumida por Mons. Chaput:

«La verdad existe, nos guste o no. No creamos la verdad, la encontramos, y no tenemos poder para cambiarla según nuestros gustos. La verdad puede no ser cómoda para nosotros, pero nos hace libres. Y conocer y vivir la verdad ennoblece nuestras vidas. Es el único camino para una felicidad duradera».
«En los años que han pasado, la crisis de la verdad solo parece haber aumentado. Nuestra época es una de astucia e ironía, no realmente intelecto y carácter», indicó el Arzobispo. «Hoy la sabiduría de Veritatis Splendor es más urgentemente necesaria que nunca». La predicación de la Iglesia no se trata de la imposición de reglas, sino el encuentro de la vida eterna y la auténtica felicidad. Dios guía a los fieles de la misma manera como los padres guían a sus hijos hacia lo que es bueno para ellos.

«Dios no ‘necesita’ nuestra obediencia. Ésta no añade nada a su soberanía. Pero Dios es amor, y eso significa que ejerce su soberanía para protegernos del peligro y conducirnos a crecer en la virtud», recordó el prelado. «Al final, la razón de los mandamientos de Dios es muy simple: Él nos ama y quiere que seamos felices».
La Encíclica de San Juan Pablo II se convierte en un llamamiento a una profunda renovación de la forma como los fieles entienden la moral católica, más allá de una lógica de prohibiciones y castigos, con una conciencia y celo renovado de saber que «no existe una vida más rica que la que se vive en la plenitud de la verdad». El legalismo que concibe la ley como un límite (o incluso una amenaza) a la libertad humana no alcanza la comprensión plena del designio divino que busca la felicidad del hombre.

El Pontífice identifica los Diez mandamientos como preceptos básicos de la ley natural que permanecen siempre válidos y recuerda que los actos contrarios a la ley divina son intrínsecamente malos incluso cuando aparenten tener una intención buena, «y nos separan de Dios, que es el bien supremo». El pecado «nos hiere, hiere a otros, bloquea nuestro camino a la felicidad real y produce mal real».
«Los actos intrínsecamente malos no están mal porque la ley los prohíba. La ley los prohíbe porque, por su propia naturaleza, deforman a la persona humana», recordó Mons. Chaput. Los problemas que algunos encuentran con la moral católica no surgen de una supuesta «crueldad» de las normas, sino «del hecho de que nosotros, creaturas caídas, tenemos dificultades para elegir el bien cuando nos cuesta algo», indicó el prelado. «El camino correcto hacia la felicidad no es relajar la ley, sino entregarnos al poder de Dios y a la promesa de su gracia».

Tras destacar otras características notables de la Encíclica, el Arzobispo afirmó que los debates actuales sobre la moral católica ponen de relieve la importancia de este texto, que ya había enterrado las «ambigüedades cómodas y acercamientos flexibles» en temas controvertidos.
«El esplendor de la Verdad no puede ser escondido. Es siempre antiguo y siempre nuevo. A largo plazo, Veritatis Splendor será recordada mucho después de que muchas otras obras de papas y políticos sean olvidadas», concluyó Mons. Chaput. «Será recordada por una simple razón: Lo que dice es cierto».

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