Vladimir Alcántara
Este 19 de septiembre, en que se cumple un año del sismo de 7.1 grados que estremeció el centro del país, Mons. Alfonso Miranda Guardiola, Secretario General de la Conferencia del Episcopado Mexicano (CEM), celebró una Misa en la Basílica de Guadalupe para honrar la memoria de las víctimas de dicho movimiento telúrico y del registrado a principios de aquel mes en entidades del sur del país.
Durante su homilía, Mons. Miranda Guardiola explicó que Jesús, en su camino a Naím, se conmovió de una mujer que lloraba la tristeza de haber perdido a un hijo, y, tras consolarla, se acercó al féretro y pidió al joven levantarse.
“Eso que Jesús hace –externó–, lo hacemos nosotros también en esta Eucaristía, nos conmovemos ante los siniestros que han azotado a nuestro país, lo mismo treinta y tres años atrás, que el año pasado, en que fallecieron casi 500 hermanos y quedaron cientos de miles de familias afectadas”.
El Secretario General de la CEM recordó que el año pasado la Iglesia y diversos organismos de la sociedad civil reaccionaron de inmediato a la emergencia. “Todos fuimos testigos de cómo niños, jóvenes, adultos, empresarios, gobierno y movimientos de Iglesia buscaban rápidamente la manera de llevar agua y comida a los albergues que se abrían en parroquias y tantos otros lugares de las diócesis afectadas”.
Hoy –señaló–, Jesús también nos dice a nosotros: “¡Levántate!”. “Nos enseña a conmovernos, pero también nos pide levantarnos como sociedad, con alegría, entusiasmo, energía y valentía ante los problemas, cualesquiera que éstos sean”.
Agregó que, como familia católica, la comunidad debe seguir demostrando unidad, fuerza y servicio. “Hoy todavía hay familias que esperan ayuda para recuperar sus casas, su trabajo, su escuela; tenemos que seguir hoy y mañana. Estos sismos no se resuelven en el primer año, sino que esperan ayudas continuas durante los años siguientes”.
Finalmente, Mons. Miranda Guardiola dijo sentirse satisfecho no sólo por el trabajo realizado por la Iglesia a través de Cáritas y las comisiones episcopales, sino también porque, mediante la experiencia vivida a lo largo del año, se ha podido integrar un protocolo eclesial de emergencias.
Leer: Cómo opera la Iglesia en casos de emergencia
“Todo lo sufrido ya está sistematizado; estamos preparados para enfrentar cualquier adversidad y poner toda nuestra estructura, movimientos laicales, comisiones, dimensiones, diócesis y provincias al servicio del necesitado, del afectado, del que más nos necesita”, concluyó.
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