Vladimir Alcántara
“Mi gladiador dejó su escudo y ganó sus alas”. Estas fueron las palabras que escribió en su cuenta de Facebook el británico Tom Evans tras la muerte de su hijo de 23 meses de edad, Alfie Evans, cuyo fallecimiento sacudió al mundo por la controvertida decisión de un tribunal del Reino Unido de no permitir la salida del pequeño del Hospital Alder Hey de Liverpool para que recibiera un tratamiento alternativo en algún otro hospital, como el Bambino Gesù, propiedad del Vaticano, que estaba listo para recibirlo y someterlo a estudios médicos para obtener un nuevo diagnóstico.
Una rara enfermedad
Alfie nació en mayo de 2016; parecía un bebé sano, hasta que, luego de seis meses, comenzó a presentar una serie de ataques de naturaleza desconocida. Pronto fue llevado por sus padres, Tom y Kate, al referido hospital, donde les dieron un diagnóstico nada alentador; poco después, ante las dificultades del pequeño para respirar, fue conectado a un ventilador artificial.
Fuertemente afligidos por la situación de Alfie, Tom y Kate decidieron llevar a su hijo a otros nosocomios para obtener nuevos puntos de vista médicos, y que el bebé pudiera ser sometido a un nuevo tratamiento con el que tuviera posibilidades de sobrevivir; sin embargo, el personal médico del Alder Hey lejos de permitirlo, inició inmediatamente un juicio legal solicitando a un tribunal ordenar que Alfie fuera desconectado de su respirador. El dictamen fue emitido a favor de la petición médica el 20 de febrero de este año, bajo el argumento de que la enfermedad era incurable, y que “no era del interés de Alfie” proseguir con ningún tratamiento. Dicha sentencia de muerte contra el pequeño fue apelada en el acto por los sufrientes padres.
Los nuevos “Herodes”
La explicación que dio el tribunal al ordenar que Alfie fuera desconectado de su respirador artificial, se ciñó a los preceptos que, sobre la base de los Derechos Humanos, integran el llamado Interés Superior del Menor, que establece que a éste se le debe garantizar un desarrollo integral y una vida digna. Así, la justicia británica, una vez que los padres del pequeño perdieron su patria potestad –como lo establece la ley británica cuando este tipo de casos son sometidos a juicio–, y soslayando el deseo de Tom y Kate de mantener a su hijo con vida y explorar tratamientos alternativos, determinó arbitrariamente convertirse en la voz de Alfie y señalar que “no era de su interés” proseguir con ningún tratamiento, pues el bebé permanecía en estado semi-vegetativo, y cualquier esfuerzo para garantizarle una vida digna sería inútil.
Ante la insistencia de los padres de Alfie para que se le permitiera al pequeño abandonar el Hospital Alder Hey, el juez Anthony Hayden señaló que lo que éste necesitaba eran únicamente cuidados paliativos de buena calidad, por lo que requería tener paz, tranquilidad y estabilidad, a fin de que pudiera concluir su vida “dignamente”.
El resultado de la apelación
Menos de un mes después de la sentencia de dicho tribunal, con fecha 6 de marzo, un nuevo tribunal rechazó la apelación interpuesta por Tom Evans y Kate James. Éstos entonces decidieron interponer un recurso más ante la Corte Suprema, que ordenó a la familia de Alfie y a los médicos compartir sus posturas. Tom y Kate plantearon sus argumentos a los médicos, quienes simplemente las oyeron, como si oyeran pasar el viento, ya que no tenían la menor intención de dar un giro a la decisión de que el pequeño fuera desconectado de su respirador y muriera en ese nosocomio infantil, pese a que el Hospital Bambino Gesù, con sede en Roma, pidió que fuera trasladado a sus instalaciones, donde iniciarían nuevos estudios clínicos para explorar la posibilidad de un tratamiento alterno.
La valentía de Tom y Kate
Al vislumbrar la posibilidad de que Alfie fuera atendido en dicho hospital propiedad del Vaticano, la lucha de los padres de Alfie por salvar la vida de su hijo alcanzó niveles inimaginables. Tom entonces pidió ayuda al Papa Francisco para que la vida de su hijo fuera respetada por los médicos del Hospital Alder Hey, a quienes exigió apartarse del caso y permitir a Alfie trasladarse a aquel nosocomio. “Un hospital italiano –dijo Tom– quiere hacer más de lo que el Alder Hey está haciendo. Nosotros dejaremos de luchar hasta que Alfie muera, sólo así. Si él muere, morirá en la lucha, como un héroe”.
Días más tarde, Tom Evans se reunió en el Vaticano con el Papa Francisco, quien le dio un mensaje de aliento, en el que le dijo estar conmovido por su valentía. Posteriormente, el Santo Padre emitió sendos mensajes públicos, en los que pidió a la comunidad internacional rezar por el pequeño Alfie. “Espero de corazón –externó en su cuenta de Twitter– que se haga todo lo necesario para poder seguir acompañando compasivamente al pequeño Alfie Evans, y que el profundo sufrimiento de sus padres sea escuchado”.
Tras el pronunciamiento del Papa, el gobierno de Italia concedió Alfie la nacionalidad italiana, a fin de que, en apego a la normatividad de este país, el pequeño pudiera ser trasladado a Italia bajo un acuerdo entre el Ministro de Relaciones Exteriores italiano, Angelino Alfano, y Boris Johnson, su homólogo británico. Asimismo, la embajada italiana en Londres se dio a la tarea de persuadir al personal médico del Alder Hey de no desconectar a Alfie de su respirador artificial. Por su parte, la Ministra de Defensa italiana, Roberta Pinotti, puso a disposición del pequeño un avión equipado con personal médico del hospital Bambino Gesù, preparado para despegar en cuanto se les diera aviso. Sin embargo, todo esfuerzo sería inútil.
El “Ejército de Alfie”
La lucha por la vida de Alfie atrajo la atención de todo el mundo, y decenas de miles de personas, a través de redes sociales, formaron el llamado “Ejército de Alfie”, que se entregó en protestas contra la decisión de desconectar al pequeño de su respirador. Además de las protestas por redes sociales, en diversos países se llevaron a cabo concentraciones de personas –varias de éstas frente a las propias instalaciones del Hospital Alder Hey– bajo el mismo objetivo: mantener a Alfie conectado a su ventilador, y permitirle ser trasladado a Roma para recibir un tipo de atención médica alternativa”.
Oídos sordos
Sin embargo, el 23 de abril, por instrucción del juez Anthony Hayden, Alfie fue desconectado de su respirador artificial, sin el cual, según los especialistas del Aldere Hey, duraría solo unos minutos con vida. Pero transcurrió un día… dos… tres… y el pequeño seguía vivo, respirando de manera autónoma. Tom y Kate suplicaron entonces a los médicos del Alder Hey que les permitieran llevarse a su hijo a casa. Pero la respuesta fue la misma: “¡No”.
Finalmente, la noche del viernes 28 de abril, el pequeño Alfie murió. “Mi gladiador bajó su escudo y ganó sus alas. Absolutamente desconsolados. TE AMO MI MUCHACHO”, escribió Tom en su cuenta de Facebook “Save Alfie Evans”.
Por su parte y sin demora, el Hospital Alder Hey, a través de un comunicado, transmitió a la familia Evans sus “‘sentidas condolencias’ en estos momentos tan dolorosos.
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