Durante el ministerio público de Jesús, sus enemigos utilizaron todo tipo de oscuros recursos para enfrentar, obstaculizar, interrumpir y aniquilar su credibilidad, testimonio, vida y misión. Una de esas estratagemas fue difundir noticias falsas en complicidad con los poderes públicos y/o privados de turno. Para ello utilizaban alternativamente mensajeros religiosos «confiables» que buscaban influir en la opinión pública de los potenciales seguidores de Cristo, abusando de su sencillez y credulidad. Estas difamaciones, que tenían como blanco el mismísimo Hijo de Dios, tergiversaban sus dichos citándolos de forma parcial y maliciosamente y no dudaban en utilizar fuentes falsas. Hoy las llamaríamos «fake news». Veamos solo algunas de ellas y cómo las enfrentó nuestro Señor Jesucristo, según el relato de los Evangelios.

Buscando atacar su identidad y por lo tanto su dei- dad trataron a veces «piadosamente» de difundir que ese hombre de Galilea era en realidad Juan el Bautista, Elías, Jeremías u otros profetas (Mateo 16, 14). Otras veces, lo quisieron emparentar con el mismo Beelzebú descaradamente (Marcos 3, 22). En el primer caso, esas «fake news» fueron enfrentadas por el Señor refrendando palabras de Pedro, quien anunciaba que estaban en presencia de «Cristo, el hijo del Dios viviente» (Mateo 16, 16-17). En el último de los casos citados, las palabras que eligió el Señor para contrarrestar esas difamaciones sobre su propia identidad y autoridad celestial fueron para calificarlas como pecados de tal gravedad que hasta eclipsan los límites del perdón divino (Marcos 3, 28- 30). Cuando el requisito informativo de «la verdad» está en juego, la luz de esta debe desenmascarar las medias verdades y dejar al descubierto la oscuridad de las mentiras, que pertenecen, por definición, al lenguaje del infierno. Finalmente, siempre hay una enorme dosis de cobardía, temor y corrupción en las noticias falsas cuando sus actores comienzan a percibir que sus planes están a punto de naufragar. Eso pasó en los hechos posteriores a la muerte de Jesús. El poder mediático de los fundamentalistas en complicidad con estratos políticos y en un uso descarado de la corrupción en estructuras de poder quisieron asegurarse que los anuncios de resurrección de Jesús no prosperaran. La trama, con todos sus actores y procesos está magistralmente narrada por San Mateo entre los versos 12 al 15 del capítulo 28. La respuesta de Dios ante esta grotesca operación de «fake news» fue «la bondad» del perdón del Padre, que se sustenta en el poder difusor de Espíritu Santo y en la vida resurrecta del Verbo de Dios.

Hubo, hay y habrá «fake news» para los seguidores de Cristo. Pueden cambiar los actores y circunstancias pero la «verdad, la bondad y la belleza» del Padre, Hijo y Espíritu Santo prevalecerán en la Iglesia de Cristo y en el testimonio de un pueblo fiel y su jefes de redacción de la línea apostólica. Cristo, una vez más, fue el primero en padecerlas, pero también en vencerlas y por lo tanto, será nuestro modelo de comunicación cuando sea necesario.

Marcelo Figueroa

L'Osservatore Romano

L'Osservatore Romano, el periódico del Vaticano. Edición para México.

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