El problema del cambio climático «está relacionado con cuestiones que tienen que ver con la ética, le equidad y la justicia social»: por eso, «estamos frente a un “desafío de civilización” en favor del bien común». Es lo que afirma el Papa Francisco en el vídeomensaje dirigido a los participantes de la cumbre de las Naciones Unidas que se llevó a cabo en Nueva York, el 23 de septiembre. Durante el encuentro, casi 70 países se comprometieron a revisar sus planes de recorte de emisiones de gases de efecto invernadero para poder cumplir con los objetivos del Acuerdo de París, que tiene como meta que el incremento de la temperatura se quede por debajo de los dos grados centígrados con respecto a los niveles preindustriales y si es posible por debajo de 1,5.
Saludo a los participantes en la Cumbre sobre la Acción Climática ONU 2019. Quisiera dar las gracias al Secretario General de las Naciones Unidas, el señor António Guterres, por la convocatoria de este encuentro, así como por haber atraído la atención de los Jefes de Estado y de Gobierno —y de toda la comunidad internacional y de la opinión pública mundial— sobre uno de los fenómenos más graves y preocupantes que está viviendo nuestra época: el cambio climático. Se trata de uno de los principales desafíos que debemos afrontar y para ello la humanidad está llamada a cultivar tres grandes cualidades morales: honestidad, responsabilidad y valentía. Con el Acuerdo de París del 12 de diciembre de 2015, la comunidad internacional tomó conciencia de la urgencia y necesidad de dar una respuesta colectiva para colaborar en la construcción de nuestra casa común. Sin embargo, pasados cuatro años de aquel Acuerdo histórico, se observa cómo los compromisos contraídos por los Estados son todavía muy “flojos”, y están lejos de alcanzar los objetivos previstos. Junto a tantas iniciativas, no sólo por parte de los Gobiernos
sino de toda la sociedad civil, es necesario preguntarse si existe una verdadera voluntad política para destinar mayores recursos humanos, financieros y tecnológicos afín de mitigar los efectos negativos del cambio climático y ayudar a las poblaciones más pobres y vulnerables, que son las que más lo sufren. Aunque la situación no es buena y el planeta sufre, la ventana para una oportunidad está todavía abierta: todavía, todavía estamos a tiempo. No dejemos que se cierre. Abrámosla con nuestro empeño en cultivar un desarrollo humano integral, para asegurar a las generaciones futuras una vida mejor.
El futuro es de ellos, no nuestro. «Mientras la humanidad del período post-industrial quizás sea recordada como una de las más irresponsables de la historia, es de esperar que la humanidad de comienzos del siglo XXI pueda ser recordada por haber asumido con generosidad sus graves responsabilidades» (Laudato si’, 165). Con honestidad, responsabilidad y valentía tenemos que poner nuestra inteligencia «al servicio de otro tipo de progreso más sano, más humano, más social, más integral» (Laudato si’, 112), que sea capaz de colocar la economía al servicio de la persona humana, construir la paz y proteger el ambiente. El problema del cambio climático está relacionado con cuestiones que tienen que ver con la ética, le equidad y la justicia social. La situación actual de degrado ambiental está conectada con el degrado humano, ético y social, tal y como experimentamos cada día. Y esto nos obliga a pensar sobre el sentido de nuestros modelos de consumo y de producción, y en los procesos de educación y de concienciación para hacer que sean coherentes con la dignidad humana. Estamos frente a un “desafío de civilización” en favor del bien común. Y esto es claro, como también es claro que tenemos una multiplicidad de soluciones que están al alcance de to- dos, si adoptamos a nivel personal y social un estilo de vida que encarne la honestidad, la valentía y la responsabilidad. Me gustaría que estas tres palabras clave: honestidad, valentía y responsabilidad, ocuparan un lugar central en vuestros trabajos de hoy y de mañana, que acompaño desde aquí con mis mejores deseos y con mi oración.
Muchas gracias.
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