El texto que leemos hoy es un diálogo entre Jesús y sus doce discípulos más cercanos, es decir, sus apóstoles. Es un texto muy importante y está preparado por una serie de narraciones que es importante tomar en cuenta. En primer lugar recordamos el pasaje que leímos la semana pasada (Mc 7,31-37), de la curación del sordo y tartamudo, donde al concluir decía que la gente se preguntaba, “¿Quién es este hombre?”.
La pregunta sobre la identidad de Jesús no es ociosa, pues la encontramos repetida muchas veces desde el inicio del evangelio. En los pasajes previos al diálogo que leemos hoy el asunto de la identidad del Señor es fundamental. Después de la curación del sordo encontramos el relato de la multiplicación de los panes, este es un signo de doble referencia, por un lado se refiere a Dios dando de comer al pueblo en el desierto y por otro se refiere al sacramento de la Eucaristía, pan de la Nueva Alianza.
Por contraposición Jesús es interpelado por las autoridades judías quienes exigían señales milagrosas para reconocer su autoridad (Mc 8,11-13). El Señor se negó a hacer más señales milagrosas. Jesús entonces se embarcó con los doce en la barca y allí vemos un diálogo que evidencia la total incomprensión que sufre Jesús de parte de los suyos. En efecto, en el pasaje del cruce del lago Jesús hace siete preguntas a las cuales no son capaces de responder (Mc 8,17-21).
Continuando la narración se presenta otro relato de curación milagrosa (Mc 8,22-26) Jesús abre los ojos de un ciego, con este milagro, el evangelista hace notar que si no es bajo la intervención de Jesús nadie sería capaz de comprenderlo correctamente. Desembocamos así en el diálogo del día de hoy. El Señor sigue un proceso que refleja el camino natural de conocimiento entre dos personas: conocimiento a partir de terceros, ejemplificado por la pregunta ¿Quién dice la gente que soy yo?; conocimiento directo y elaboración de una opinión, ¿Quién dicen ustedes que soy yo?; el tercer paso es cómo defino yo quién soy para ustedes, que se ejemplifica con el primer anuncio de la pasión.
Cuando un chico acaba de conocer a una chica, normalmente lo hace por medio de otra persona y sabe de ella lo que la otra persona le diga. En cambio, después de un tiempo de trato, él puede decir opiniones propias sobre ella. Pero, si la relación ha de prosperar, ella le dirá con claridad la forma en que aceptará ser tratada, si como novia o amiga. Jesús aceptó ser reconocido como el mesías, pero no permitió que los discípulos definieran en qué consistía su mesianismo. Fue Jesús quien, en comunión con la voluntad del Padre, explicó a los suyos cómo habría de cumplir con esa misión. Una vez dados estos tres pasos, se llega a la decisión madura de seguir al Señor o de abandonarlo.
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