En aquel tiempo, al salir jesús de jericó con sus discípulos y bastante gente, el ciego bartimeo, el hijo de timeo, estaba sentado al borde del camino, pidiendo limosna. Al oír que era jesús nazareno, empezó a gritar: «hijo de david, jesús, ten compasión de mí”. Muchos lo regañaban para que se callara. Pero él gritaba más: “hijo de david, ten compasión de mí”.
Jesús se detuvo y dijo: “llamadlo”. Llamaron al ciego, diciéndole: “ánimo, levántate, que te llama”. Soltó el manto, dio un salto y se acercó a jesús. Jesús le dijo: “¿qué quieres que haga por ti?”. El ciego le contestó: “maestro, que pueda ver”. Jesús le dijo: “anda, tu fe te ha curado”. Y al momento recobró la vista y lo seguía por el camino. Mc 10, 46-52
Reflexión
Nuestro Señor Jesucristo nació dentro del pueblo judío y murió siendo parte del mismo. Una de las expectativas más importantes del pueblo judío en la época en que vivió Jesús fue la llegada del mesías. Mesías quiere decir ungido, esto nos recuerda el rito con que Dios manifestaba su elección de una persona para ocupar el puesto de rey del pueblo.
Así el primer rey del pueblo, llamado Saúl fue ungido con aceite perfumado por el profeta Samuel (cfr. 1S 10,1). Después de Saúl, Dios escogió a David y éste fue ungido por Samuel de la misma forma que lo había sido Saúl (1S 16,3.13). Los descendientes de Saúl no perduraron siendo reyes, en cambio Dios le prometió a David conservar a sus descendientes como reyes de las doce tribus (cfr. 2S 7,8-17).
El rito por el cual iniciaba algún descendiente de David su reinado en Jerusalén incluía la unción con aceite perfumado. Así pues, cuando alguien se refería a un rey descendiente de David solían llamarle “hijo de David”.
En particular se le dio este título al futuro mesías prometido por Dios puesto que debería de surgir de la estirpe de David.
Cuando Bartimeo llama a Jesús “hijo de David”, le está dando el título de mesías esperado. Cabe preguntarse si a estas alturas del evangelio era más una forma de provocar la benevolencia de Jesús que una revelación de su dignidad. Si lo relacionamos con el pasaje anterior (Mc 10,41-45) que es la enseñanza a cerca de que el mayor debe ser el servidor de todos. Bajo esta perspectiva Jesús ejerce un mesianismo muy distinto a todos los demás reyes sucesores de David, es el mesianismo de hacerse servidor de todos.
Si miramos el contexto posterior (Mc 11,1-11) tenemos la entrada de Jesús en Jerusalén, entonces se complementa lo que inició diciendo Bartimeo, el cual reconoce en Jesús al mesías y él entra como rey pacífico en Jerusalén. Para concluir vale la pena comprender que el mesianismo de Jesús también incluye el compromiso de fe de aquellos que desean salvarse. La salvación, en el caso de Bartimeo, la curación de su ceguera implica el compromiso de creer en Jesús.
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