Formación

Tanatología y el cómo enfrentar una pérdida de un ser querido

Como cada domingo, la iglesia de los Santos Cosme y Damián luce completamente llena. El párroco, José de Jesús Aguilar, habla a los fieles de la muerte, el duelo y el dolor, en una escena que podría parecer común en cualquier templo, excepto que no se trata de una Misa, sino de un curso de tanatología que el sacerdote ha impartido una y otra vez desde hace 14 años.

“Me di cuenta que había gente con problemas más allá de lo espiritual (…) tenían enojos, o bien, etapas que habían quedado a la mitad por alguna pérdida”, explicó en entrevista para Desde la fe.

Al curso de tanatología le precede siempre uno sobre autoestima. Cada uno dura diez sesiones. A ellos asisten fieles de la parroquia, pero también personas provenientes de diversos lugares, pues el padre Aguilar es un reconocido comunicador, con presencia en radio y televisión.

“Comencé con el curso de autoestima ante mil personas, y otro de tanatología con la misma asistencia. Curiosamente, cuando terminaron ya había otras mil personas que estaban esperando ambos cursos”.

“Algo maravilloso –dice el padre José de Jesús Aguilar– es que no solamente vienen católicos o creyentes, pues se trata de una ayuda psicológica, aunque claro que el curso tiene un sustento espiritual”.

El duelo y la muerte

De acuerdo con Enna María Treviño, directora de la Clínica del Duelo Borboleta, la tanatología nació como una disciplina para ayudar a bien morir a los enfermos terminales, aunque también aplica al manejo de las pérdidas de cualquier tipo, como la de un ser querido, un divorcio, una infidelidad o el síndrome del nido vacío.

“Aquí también entra la capacidad de resiliencia, que implica una adaptación a esas pérdidas que vamos sufriendo ¿Cuándo se necesita un tanatólogo? Cuando nosotros con esos recursos personales no podemos salir del hoyo”.

El padre Aguilar explica que el duelo no tiene una duración específica: “en los cursos nos damos cuenta que hay personas que quizá hace 30 años sufrieron alguna pérdida y, por no haber cerrado este círculo, lamentablemente están llenas de rencor, están enojadas con los demás, con Dios y han perdido el gusto por la vida”.

Una de las asistentes al curso es Graciela Galindo, quien acudió al curso tras la muerte de su hermano, quien se quitó la vida.

“Organizaron una Misa para mi hermano, la dio el padre Aguilar y quedamos en contacto con él; nos acogió a toda la familia y nos invitó al curso, que es una maravilla; estoy trayendo a mi papá”, reconoce.

Treviño Madrigal explicó que, aunque la tanatología ha avanzado mucho en los últimos años, las cinco fases del duelo siguen vigentes: negación, ira, negociación, depresión y aceptación.

“Algo muy importante es que este es un proceso, no tareas a cumplir. Es decir, puedes volver de la negociación al enojo, el proceso se puede dar de la manera en que cada persona vaya sintiéndolo”, finalizó la especialista.

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Alejandro Feregrino

Periodista. Ha trabajado en radio, agencias de noticias y prensa escrita.

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