Vladimir Alcántara
Aunque la oración a nivel personal es completamente necesaria para estar en constante contacto con Dios, la Iglesia Católica ha organizado un conjunto de oraciones, a partir de la Palabra del Señor, que lleva por nombre la Liturgia de las Horas, para que todos los bautizados las recemos a un mismo tiempo a determinadas horas de nuestra jornada –aunque físicamente alguien pueda estar solo–, haciendo un alto en nuestras labores cotidianas para consagrar a nuestro Creador los momentos clave del día. Sobre la importancia de rezar este Oficio Divino, habla para Desde la fe el P. Luis Manuel Pérez Raygoza, Comisionado de la Arquidiócesis de México para las Cusas de los Santos y Coordinador del Área Espiritual del Seminario Conciliar.
El P. Pérez Raygoza explicó que la Liturgia de las Horas tiene un antecedente remoto en la oración que hacía el pueblo hebrero, ya que toda la oración hebrea estaba construida con base en los Salmos, a partir de los cuales también oraba Nuestro Señor Jesús. “Obviamente no se llamaba Liturgia de las Horas, pero la Iglesia adoptó esa manera de orar desde sus primeros pasos en la historia; posteriormente, esta forma de hacer oración se fue configurando de una manera diferente, a partir de la revelación del misterio de Jesús.
Señaló que lo que conocemos hoy como la Liturgia de las Horas es una oración de la Iglesia Universal, y por lo tanto un patrimonio espiritual que concierne a todos los fieles. “Normalmente la asociamos con los ministros ordenados, o con los religiosos y religiosas; sin embargo, es una forma de orar a la cual estamos invitados todos los miembros de la Iglesia, una oración bellísima construida a partir de Salmos, Antífonas y Cantos a nuestro Dios, cuya finalidad es que todos los bautizados unamos la voz a Nuestro Señor Jesucristo, quien, sentado a la derecha del Padre, intercede por los cristianos, y en general por todo el mundo”.
El también canónigo de la Catedral de México refirió que la Liturgia de las Horas debe su nombre a que con ella se eleva la alabanza, la acción de gracias y las peticiones de toda la Iglesia durante las principales horas de la jornada. “Tenemos, por principio de cuentas, las Laudes Matutinas, que consisten en albar a Dios al despuntar el día, a través de Salmos y distintos cánticos; luego hay tres horas intermedias: a media mañana, que es la Hora Tercia; al mediodía, la Hora Sexta, y en la tarde, la Hora Nona, momentos del día en que se santifica la jornada de trabajo humana. Después, cuando acaba el día vienen las Vísperas, y finalmente, previo a nuestro descanso nocturno, se rezan las Completas. Así, se está en permanente comunicación con el Señor, en permanente alabanza a Él, y en permanente intercesión”.
Dijo que, si bien la oración individual es totalmente necesaria, el hacer oración en conjunto, a determinadas horas y en muchos lugares al mismo tiempo, es un signo de que, como fieles, reconocemos que el Señor es el creador del tiempo y de la historia, que Cristo es el Alfa y el Omega, el principio y el fin; tal es el caso de la Liturgia de las Horas, en la que orientamos todos los momentos de nuestra jornada hacia Él, y Él mismo está presente en esos instantes importantes que se van sucediendo en nuestra jornada. “A diferencia de las oraciones a nivel personal, la Liturgia de las Horas es una oración solemne, pública y comunitaria, aún si se reza de manera individual; no está hecha a título personal de quien la hace, sino que es la oración de toda la Iglesia, que se reza a nombre de la Iglesia y en la que se pide por la Iglesia”.
Finalmente, explicó que la Liturgia de las Horas es en realidad el ejercicio de Nuestro Señor Jesucristo, ya que es Él quien en ese momento está orando, de manera que cuando alguien la reza, lo que hace es unir su voz a la oración del mismo Jesús, por tal razón es una oración de enorme relevancia dentro de la Iglesia. “Yo quisiera alentar a los lectores a que se animen a conocer este modo de hacer oración, a valorarlo y a unirse a Él; hay muchas comunidades laicales y lugares muy específicos en nuestra Arquidiócesis, como la Catedral Metropolitana y la Basílica de Guadalupe, donde diariamente se celebra esta oración. Frecuenten estos lugares y participen de esta bellísima forma de orar”.
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