Claudia Lizett Romero García
El ser humano es social por naturaleza y requiere relacionarse con los demás. El reconocer que la convivencia es el medio natural para adquirir y poner en práctica los valores fundamentales que deben regir la vida entre las personas, es fundamental para el bien común. La persona encuentra la felicidad en primer plano en la familia, la cual le provee estima, identidad y pertenencia; así mismo, se expande a nivel social con la convivencia diaria en el trabajo, escuela e interacción comunitaria, influyendo sobre otros.
Es importante en un principio defender el valor de “El amor de la familia”, el admitir su importancia promueve buscar su beneficio y nos compromete a mejorar nuestro entorno familiar, comenzando por conocernos a nosotros mismos.
El aceptar la importancia de ser padre y madre, comprendiendo nuestra constitución como hombre y mujer, además de identificar el rol que desempeñamos, nos permite transmitir con seguridad la relación práctica en la convivencia familiar, valorando el complemento que la pareja ejerce para la educación de sus hijos.
¿Por qué la educación en valores empieza en casa?
Sobre la educación en valores se cree que está de moda, pero no es así, el concepto es tan antiguo como la educación misma, no se puede educar si no es con valores, ya que estos se transmiten en la convivencia familiar y la muestran los padres enseñándola generación tras generación.
Podemos afirmar que en realidad lo que queremos inculcar a nuestros hijos es “qué creo yo te hará feliz” y “qué creo yo te hará infeliz”. En el fondo lo único que deseamos es que sean felices y, por eso, procuramos inclinarnos hacia lo que a nosotros nos ha hecho felices, o hacer lo que creemos, que si lo hubiéramos hecho, nos habría hecho felices.
Los valores se deben transmitir desde edades muy tempranas, por lo que es muy importante el papel que ejercemos como padres. Si somos educadores de verdad, invitaremos a nuestros hijos a la felicidad respetando siempre su libertad con dignidad, integrando el amor a su prójimo como a él mismo.
¿Cuál es la escala de valores? Cada familia, grupo social, político o religioso establece su escala de valores; existen diferencias en la escala de valores de cada uno. Para unos es más importante la vida, para otros lo económico otros consideran que lo artístico prevalece sobre la convivencia familiar, pero resulta real que para la mayoría prevalece la vida ante un asalto. Debo aclarar que no podemos imponer a los demás nuestra escala de valores; y que es de suma importancia promover los valores que nuestros hijos o niños necesitan para una educación equilibrada.
Cabe mencionar que el valor del respeto es el tronco común de los valores. Los valores se relacionan unos con otros por lo que surgen tres ramas que son la paciencia, constancia y prudencia las cuales se requieren para tener un orden y convivencia en paz y armonía, además de poder con esta rama integrar el valor de la sinceridad que permite un paso seguro hacia el valor de la confianza de uno mismo y de los demás, posibilitando el diálogo. Este produce dos valores generadores de cooperación, la tolerancia y la creatividad.
Se encuentra una rama que es cálidamente humana, pasa por ser la compasión de los sentimientos compartidos, permitiéndonos ser generosos, puede conducir hacia el valor de la amistad, la cual nos permite tener convivencia en paz para crear vínculos sociales, que de algún modo se da con la libertad humana que siempre está condicionada y atenta a las exigencias de la justicia.
En definitiva todas las ramas terminan en la convivencia de paz constructiva donde se da la alegría y el amor.
“Quien sabe mirar a su alrededor y ver que hay personas como él, se percata de ser miembro de un gran cuerpo”.
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