Lucandrea Massaro
¿Cansado de oír la respuesta “bien” cuando le preguntas a tus hijos cómo les fue en la escuela? Ha comenzado un nuevo ciclo escolar, y las mamás y papás nuevamente se topan con la rutina vinculada al regreso a casa de los niños y los adolescentes después de clases. La pregunta a la que –normalmente la respuesta se ha vuelto un estándar internacional como los colores del semáforo, es: “¿cómo te fue hoy?”, “bien”, “¿qué hicieron hoy en clase?”, “nada”. ¿Te suena familiar? No sólo a ti.
Para la psicóloga estadounidense Lisa Damour, no es por el hecho de esconder un secreto ni porque son “extraños” los niños y, en particular, los adolescentes que no son entusiastas de contar su día. La mayor parte de las veces evitan responder o posponer la respuesta porque están mental y emotivamente exhaustos: “Pueden divertirse en la escuela con sus amigos, pero están también en estrecho contacto con compañeros que no han elegido –explica–. El equivalente para un adulto podría ser pasar nueve meses del año en largas reuniones cotidianas junto a 20 o más individuos de edades parecidas, luego, volver a casa y contar de modo entusiasta todas las novedades”.
Lo que se desea hacer, después de un día cansado de trabajo, en cambio, es todo lo contrario: a menudo no es volver a pasar por todo lo que sucedió en la oficina, sino estar en silencio, hablar del otro, distraerse. Es lo que, probablemente, quieren también los niños y jóvenes estudiantes.
1. Un consejo para los niños…
Una manera de romper esa barrera con los niños podría ser comenzar contando primero, tu día, tus relaciones, las cosas divertidas, el comportamiento de los demás. Es el enfoque de Sara Ackerman: “Cuando este año comenzó la escuela, intenté un nuevo enfoque en la mesa: le pregunté si quería saber cómo fue mi día. Desde ese día en adelante, no me ha vuelto a decir que no. Le cuento muchas cosas sobre mi día, y cuando termino, como si hubiera llegado su turno en un juego de cartas, mi hija me cuenta su día. Me dice qué audiolibro escuchó en la biblioteca, que se cambió sola los zapatos para ponerse los tenis, e incluso si sufrió algún castigo. Me cuenta a qué niños les pusieron pequeñas actividades en la clase y quién estuvo con ella en el recreo. Me canta las canciones que aprendió en la escuela y luego se me acerca y me pregunta susurrando: “¿Tú ha escrito cartas sobre arena hoy?”, para luego añadir “yo sí”. ¡Inténtalo!
2. Un consejo con los adolescentes…
Es necesario trabajarlo más, probablemente acercarse de manera indirecta y preguntar por los compañeros de la escuela, de un proyecto que ha hecho: es útil aprovechar las ocasiones. Si un adolescente parece propenso a hablar de un cierto hecho que pasó en la escuela, en ese momento tiene sentido hacer más preguntas. Si un adolescente se lamenta de su día en la escuela, es mejor dejarlo tranquilo. Inundarlo de consejos, de “sabiduría”, no es el camino adecuado porque lo lleva a encerrarse en sí mismo. Se cae en la misma, odiosa trampa: los padres buscan convencer al hijo de sus ideas, y el hijo busca convencer a sus papás que no necesita su ayuda. Pero los adolescente, precisamente como los adultos, a menudo buscan sólo un poco de consuelo, no consejos.
Fuente: Aleteia
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