Alejandro Feregrino
Para ser misionero no es necesario predicar entre balas ni vivir en una aldea remota de un país africano, pues el reto hoy está en los medios de comunicación y en las redes sociales, porque ahí está metida la gente, aseguró Mons. Fabio Martínez Castilla, responsable de la Dimensión de Misiones de la Conferencia del Episcopado Mexicano.
De acuerdo con el también arzobispo de Tuxtla Gutiérrez, lo importante es no olvidar a los pobres y a los que sufren, grupos que ahora se están concentrando en las grandes ciudades. “Todos podemos ser misioneros. La fe se fortalece cuando se comparte, no necesitamos ser grandes estudiosos ni grandes maestros”, explicó en entrevista con Desde la fe.
El arzobispo sabe bien de lo que habla, pues durante diez años fue misionero en Angola, donde cavó fosas comunes y enterró a los caídos de la cruenta guerra civil en que estuvo sumido ese país del sur de África.
“Recuerdo que después de un ataque de la guerrilla, junto a otro sacerdote y unos seminaristas recogimos muertos en las calles, cavamos una fosa en el cementerio y los enterramos. Poníamos una fila de cadáveres, arena, otra fila y así nos íbamos. Esas son las cosas que dan vida, porque es en la cruz cuando nos parecemos más a Jesús”.
“Era tiempo de guerra, estuve en el área de la guerrilla, y por eso te puedo decir que la misión no es ser Santa Claus llevando muchas cosas. Lo único que tienes que llevar es tu experiencia de Dios y un gran corazón para compartir el sufrimiento de un pueblo”, agregó.
Durante esa década, de 1987 a 1997, el arzobispo vivió momentos de alegría, pero también de impotencia ante el sufrimiento y la injusticia. De esta época aprendió una gran lección: “Es Dios quien hace las cosas, más allá de tu soberbia”.
De acuerdo con Monseñor Martínez, aunque no todos los bautizados estamos llamados a ese tipo de misiones, sí compartimos una vocación misionera que debemos desarrollar en todos los ámbitos de nuestra vida.
“Ser misionero es dar testimonio de vida allí donde nos toque estar y con lo que nos toca hacer cada día”.
“La palabra más fuerte del misionero es el testimonio. La palabra más importante de un esposo con su esposa y con sus hijos es el testimonio de vida. La palabra más fuerte del Papa, del obispo, del sacerdote, del laico, del religioso o la religiosa es el testimonio de vida, y eso se concreta en lo que nos toca hacer cada día, de tal manera que seamos capaces de hacer lo ordinario con un corazón extraordinario, y eso quiere decir hacerlo al estilo de Jesús”, agregó.
Monseñor Martínez Castilla explicó que el número de misioneros mexicanos, tanto en el territorio nacional como en otros países, ha caído en los últimos años, lo que representa un gran reto para la Iglesia.
“Tenemos grandes retos, como ser una Iglesia misericordiosa, una Iglesia pobre y para los pobres, y una Iglesia samaritana. Un concepto del Papa Francisco que yo comprendo muy bien es que la Iglesia debe ser una Iglesia de campaña en tiempos de guerra”, finalizó.
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