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Un don excepcional “Hay un precio que pagar por la grandeza”

Antonio Rodríguez

¿Quién me dice cuánto es tres más tres?, pregunta la profesora al grupo. Al fondo, una pequeña niña rubia, un tanto molesta por esa y otras preguntas que había realizado la maestra, contesta con fastidio: “Todo mundo sabe que son seis”. Ante su actitud, la profesara hace que la niña se levante de su asiento. Ya de pie, la niña responde a cada una de las operaciones matemáticas que se le cuestionan, cada una más difícil que la anterior, dejando sin palabras a la profesora, que hasta el momento creía que sólo era una chica inteligente promedio, mas no una niña genio.

A la salida del colegio, la profesora Bonnie sigue con dudas sobre la pequeña Mary; en el momento en que ve que un joven va a recogerla, no duda en acercarse a él para charlar sobre la pequeña, pensando que se trata de su hija. Frank no es su padre, sino su tío; la madre de Mary ha fallecido tiempo atrás, dejándola a su cargo. Cuando la profesora Bonnie comenta a Frank lo sucedido en clase; él responde que el “fantástico” don de su sobrina sólo son trucos, y que no se trata de una niña súper dotada. La verdad es que el tío Frank sabe muy bien de la condición de su sobrina, pero pretende evitar a toda costa que sobresalga de los demás estudiantes, ya que la madre de Mary, poco antes de morir, le pidió como favor buscar que su hija tuviera una vida por demás sencilla, para no convertirse en objeto de estudio de científicos.

Aunque la profesora Bonnie descubre y toma de buena gana el propósito de Frank, e incluso está dispuesta a poyarlo, es la abuela de Mary quien cree que el potencial de su nieta está siendo desperdiciado, de manera que decide promover un juicio para acceder a la custodia de su nieta a como dé lugar.

El director Marc Webb realiza una película melodramática, que, si bien por momentos podría inclinarse por el drama fácil, también es cierto que se trata de una película bastante amena y enteramente familiar, con algunas escenas muy bien logradas, tanto en diálogos como en imagen; gran parte del funcionamiento de este filme se debe al carisma que los dos protagonistas comparten: Chris Evans, el famosísimo Capitán América, es Frank; y la novata McKenna Grace interpreta a Mary.

La moraleja de esta historia podría plantearse a base de preguntas: ¿El éxito de una vida se puede medir por las calificaciones que alguien obtiene en la escuela? ¿O por su puesto laboral? ¿Qué sucede cuando lo que nos dicen que es valioso, como vivir en una gran ciudad o tener lujos, no es algo que nos complazca del todo? En nuestras vorágines citadinas parecería descabellado que alguien opte por su tranquilidad y por una vida sencilla sobre todas las cosas, pero habrá que pensarlo bien.

 

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