Antonio Rodríguez
La belleza dentro de lo cotidiano. La tranquilidad de la sencillez. El equilibro en el día a día. La aparente seguridad de lo seguro. Cada mañana, el reloj –el sencillo reloj– marca las 06:30 hrs. La luz golpea de lleno el rostro de nuestros protagonistas.
Todos los días, Paterson se gira de la misma manera para mirar su reloj, y acto seguido, admira a su novia que duerme apaciblemente a su lado. Cada mañana, la mira, la acaricia y besa su frente y su espalda; se siente afortunado y dichoso.
Paterson es chofer de autobús; su desayuno consiste en un tazón de cereal. Se enfunda su uniforme gris y camina las mismas calles hacia la central camionera. Admira al poeta William Carlos Williams. A Paterson, que vive en el pueblo de Paterson, en Nueva Jersey, Estados Unidos, le gusta escribir poemas entre autobús y autobús, entre subidas y bajadas de la gente. Sus poemas tienen una particularidad especial: enaltecen la belleza de cosas tan sencillas como desapercibidas; el chofer le da un toque artístico a todo lo que hace, escucha y vive.
“Aquí está el fósforo más bello del mundo, de una pulgada y media, de suave vástago de pino, cubierto por una granulada cabeza púrpura oscuro. Muy sobrio y furioso, y obstinadamente listo para explotar en fuego, prendiendo, quizás, el cigarrillo de la mujer que amas, por primera vez, y nunca fue lo mismo después.”
En la vida de Paterson, aunque pareciera no suceder nada, sucede mucho. El chofer le da a cada cosa su lugar y atrapa la belleza en todo lo que lo rodea, sin mayor aspaviento, sin mayor necesidad. Y no es que sea un conformismo barato y banal, todo lo contrario, sabe darle a lo banal una mirada distinta.
Cuando uno pone atención a las necesidades sociales –principalmente de la juventud– pareciera que hay una enfermiza necesidad de viajar y conocer lugares distintos. La frase: “Hay que viajar y conocer porque es lo único que nos vamos a llevar cuando muramos”, está desgastada y fuera de toda lógica.
Jim Jarmusch, director y escritor del filme, hace una especie de reflexión sobre esto. Su película tiene varios niveles de lectura, pero queda más que claro que es una invitación a disfrutar, desde el beso matutino de la mañana, hasta la cerveza nocturna. Que no se me malinterprete: viajar y conocer es una maravilla, pero esta generación está más empecinada en tomarse fotos para presumir, que en disfrutar la belleza de aquello que fotografían. Disfrutar una puesta de sol en la playa, debería ser igual o más maravilloso que amanecer con la persona amada.
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