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Opinión: Es válido llorar, pero haz valioso tu llanto

P. Eduardo Lozano

A TODOS NOS LLEGAN las ganas de llorar –ni quién lo dude– y lo hacemos para que el corazón descanse, para curar las heridas del alma, para que se suavice el dolor, para que desaparezca el sin-sentido; también lo hacemos como rechazo a la injusticia, lloramos como protesta y reclamo; lloramos porque el corazón humano se hace un nudo de sentimientos y acaso se deshacen con las lágrimas… VUELVE A CONMOCIONARNOS –en la CdMx y en tantos otros lugares del centro del país- el terremoto con su fuerza devastadora, con su crujir impactante, con una lógica que escapa a toda previsión; y no se mueve sólo la tierra y todo lo que en ella halla cimiento y seguridad, también tiembla el horizonte humano y las bellas expectativas que todos nos hacemos de un futuro mejor, de una paz sin fin, de una bonanza espléndida… VEO QUE SE REMUEVE –también– la indiferencia y la lejanía de unos y otros; veo que se cimbra y se viene abajo la autosuficiencia y las distinciones que sólo empalagan el “ego”; se derrumba la desconfianza ante el dolor humano y se viene abajo el desdén con que luego nos tratamos los que somos “muy diferentes”… LLEGÓ UNA VEZ MÁS el terremoto y nuestras previsiones –muy humanas y muy técnicas– sencillamente se quedaron chiquitas: somos frágiles y –muchas, muchísimas veces– descuidados; tú y yo –y todos– sabemos que al cabo de unos días, meses o años, volverá nuevamente el terremoto, y esto lo digo no porque me guste ser profeta de desgracias ni porque nos resignemos a la fatalidad, no… AQUÍ LES QUIERO CONFESAR que muy rara vez –y con dificultad, por cierto– llego a llorar, y no es que me haga fuerte o que no me duela qué cosa, tampoco es que sea indiferente o frío; quiero confesar –y que nadie me lo tome a mal– que cuando falleció mi padre apenas un par de lágrimas se escurrieron como por descuido, y cuando mi madre faltó te aseguro que ni lloré… CUANDO DE PLANO mis ojos causan inundación automática es cuando veo la cercanía de dos corazones en un amor puro y sincero, cuando una mano se abre a causas nobles y grandes, cuando se vienen abajo los pretextos y sencillamente hay alguien que se entrega a otro para que viva y crezca, para que nazca el perdón y se vuelva a la paz… HE VISTO Y COMPRENDO las lágrimas de quienes lloran a sus seres queridos, de quienes han perdido un patrimonio logrado a base de tanto esfuerzo; me uno de corazón a las lágrimas de quienes ven truncada la vida de sus hijos pequeños y quisiera compartir con ellos al menos un poco de fortaleza y no siempre me es posible… LO QUE AHORA PUEDO –y es lo que hago– es participarles que las muchas ocasiones en que mis ojos lloran es porque constato la grandeza del corazón humano que está dispuesto al heroísmo, lloro de emoción por el bien del que somos capaces, lloro con el gusto que viene de sentir el calor que brota de un corazón que late por otro… NO ME GUSTA –y no me sale– llorar por coraje o decepción, más bien lloro cuando veo que alguien supera con nobleza mi triste cobardía, cuando constato la fraternidad humana sin más, de ahí que llego a decir que tengo lágrimas cálidas, que tengo lágrimas de nube –como de una lluvia suave– que necesitan caer en tierra para que la semilla germine en nuevas y coloridas flores; me gusta llorar por gratitud y no por reclamo, me gusta llorar recordando tantas y tantas cosas bellas que hicieron nuestros mayores, me gusta llorar con el ánimo de dejar un mundo mejor a los que vienen detrás de nosotros… MUCHO LAMENTO la imprudencia de algunos medios de comunicación que no han sabido portarse a la altura con que los ciudadanos –en general– nos enfrentamos a la catástrofe, pues resaltan la morbosidad con sus comentarios y notas menos que pálidas, cuando persiguen la noticia estorbando el rescate, cuando en lugar de dar esperanza se quedan en un tremendismo… UN APLAUSO A MILITARES y marinos que bloquearon varios “drones” de periodistas que con su ruido entorpecían labores de rescate: ¡era necesario un silencio absoluto para escuchar a los sobrevivientes entre los escombros, y los tales periodistas sólo buscaban su “nota” cargada de imágenes morbosas!… EN MOMENTOS COMO ESTOS es necesaria la esperanza, es indispensable la fortaleza, es insustituible la fe que nos levanta; así que si vas a llorar, te invito a que lo hagas por encima del dolor y la muerte, por encima de la impotencia y la queja; lloremos con el anhelo de una fraternidad a prueba de temblores, lloremos sabiendo que en el corazón humano hay más capacidad para el bien que ganas para hacer el mal, lloremos al ver tanta solidaridad y generosidad que se desborda para los que llegan a ser hermanos nuestros por el dolor y la necesidad, más que por el parentesco o la raza… JESÚS LLORÓ POR LÁZARO, y con decisión y conmovido llegó hasta el sepulcro, mandó remover la piedra, elevó su oración a Dios dándole gracias, y luego ordenó con fuerte voz: ¡Lázaro, sal fuera!; el resto del pasaje tal vez lo conoces (está en Jn 11) por eso te invito a llorar como Jesús: conmovido, agradecido, decidido a dar la vida y actuando con valor; lloremos como Jesús lo hizo y pidamos su fuerza para salir de nuestros sepulcros…

Sistema Informativo de la Arquidiócesis de México

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