Tania Castro Martínez
A través de los años el modelo de educación ha cambiado mucho, así como el modelo de comportamiento de las generaciones. Hagamos un pequeño recorrido de las últimas y su contexto social.
•Generación X, nacidos entre 1969 y 1980, se vivía la crisis del 73, que marcó con una obsesión por el éxito en varios aspectos.
•Generación Y (millennials), entre 1981 y 1993, se encontraba el inicio de la era digital y había una marcada frustración social.
•Generación Z, entre 1994 y 2010, hay una expansión masiva del internet y una marcada irreverencia.
Cada generación se encontró en un contexto social que contribuyó a que se adoptaran ciertos modelos educativos, y de ahí vienen una serie de creencias sociales, como decir; “si así me educaron a mí”, “yo aprendí con golpes”, “con que mi papá me viera ya sabía qué debía hacer” y así muchos ejemplos más. Por ello es importante echar un vistazo a nuestra niñez y analizar qué nos sirvió, qué no nos gustó y qué nos hizo sentir mal y pensar si quiero que mis hijos se sientan de la misma manera o prefiero hacer algo distinto.
Adoptar otro modelo de educación, tampoco supone hacer exactamente lo contrario que puede ser: consentir a los hijos, no poner límites, no prestarles atención y dejar que hagan lo que les plazca, porque entonces el resultado será que tendremos hijos rebeldes, sin valores y no sabrán ganarse lo que quieren.
En la actualidad es común escuchar a los padres decir que no saben qué hacer con sus hijos, desde niños de 6 años, ya que tienen problemas de conducta, no obedecen, son groseros y no respetan a los adultos que los educan. Por su parte, algunos adultos jóvenes ya no se quieren ir de casa, son irresponsables, no cooperan en las labores de casa, a veces ya no quieren estudiar, ni encontrar un trabajo.
Todo esto es el resultado de cómo los educamos, a veces enseñamos algunas cosas esperando que hagan otras y ahí es en dónde existen una incongruencia de lo que instruimos y los resultados que esperamos. Si bien es cierto que desde hace algunos años la economía del país ha marcado que los padres tengan que estar más alejados de sus hijos por cuestiones laborales, también es cierto que se ha dado una apatía por la educación, así como una reducción en las actividades en familia o deportes, los cuales pueden fomentar sus habilidades para convivir, ser responsables y ordenados.
No podemos pedir lo que no hemos enseñado y hasta predicado con el ejemplo, a pesar de los estragos de la vida actual es recomendable buscar un tiempo para la convivencia, para enseñar deberes, para explicar cuestiones de vida y sobre todo para educar con valores y amor a los niños que serán el futuro de una familia, de un grupo social y de un país.
Tampoco podemos dejar de lado la espiritualidad, que desde siempre ha sido un aspecto fundamental en la formación, nunca es tarde para cambiar las cosas, pero se requiere voluntad, esfuerzo y medidas contundentes para poner en marcha.
Tania Castro es psicóloga del Centro de apoyo familiar Somos Tu Familia de Cenyeliztli A.C., conformado por terapeutas con distintas especialidades. Proporcionan atención psicológica profesional y especializada a quienes lo requieran sin importar su credo, recursos económicos, raza u orientación sexual.
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