P. Víctor Jiménez González
Yo soy de las personas que gustan de sentarse a ver una buena serie. Hoy en día, la oferta en los medios es tan variada como gustos existen.
Confieso que me he atrevido a ver alguna serie movido por la recomendación de un amigo o bien porque han impactado en los medios informativos.
Las series influyen. ¿Quién no se ha dejado cautivar por la música, los personajes o la ropa de alguna de ellas? Muchas han sido un suceso que provoca buenas cantidades de dinero para la industria del entretenimiento, por ejemplo, la serie Games of Trones obtuvo en su primera temporada una ganancia arriba de los cien millones de dólares.
“La casa de las flores”
En nuestro país ha comenzado a sonar con gran fuerza el nombre de La casa de la flores, una producción de Netflix en México que relata la historia de una familia perteneciente a la clase social alta, en apariencia perfeccionista y cuidadosa de la buena reputación, pero que esconde un entramado complejo de situaciones que inician con el descubrimiento de un cadáver en la florería de la familia. Algunos temas interesantes en esta serie son: El uso de la marihuana, la doble moral, la frivolidad y las preferencias sexuales.
Lanzo dos puntos a mi juicio rescatables en esta serie:
Filtrar. Debemos ser críticos con el contenido que recibimos, evitando caer en la ilusión de que todo es inofensivo o que todo es cierto. La serie toca puntos actualmente en debate en nuestra sociedad, debemos ser cautelosos de no mirarlos superficial y rápidamente. Hay cuestiones profundas sobre las que necesitamos dialogar y “echar toda la carne al asador”. Busquemos alimentarnos de contenidos sólidos y saludables para crear cambios en nuestra cultura mexicana.
Posibilidad de una vida diferente. Podemos superar la superficialidad y la pura sensualidad tan presente en la serie. Estamos hechos para cosas estables, llenas de sentido que miren hacia la felicidad auténtica, no esa que se escurre entre las manos como el agua. En la serie pareciera que lo importante es la diversión y el disfrute, pero la muerte asoma sus narices y juega una mala partida a los personajes que muchas veces olvidan lo esencial. Igual nosotros podemos olvidar lo verdaderamente importante escondido en gestos o cosas ordinarias de nuestra existencia.
Y sí, aunque todas nuestra casa este llena de flores, no todas las flores son bonitas…
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