Categorías: Firmas

Mi vida como misionero

  • Tras ordenarse como sacerdote, el llamado interno del padre Oswald lo impulsó a volverse misionero en un país desconocido para él.

P. Oswald Fernando

Hablar de la misión evangelizadora es hablar del encuentro y el latido de dos corazones, el Corazón de Cristo, lleno de amor y misericordia, y el corazón del hombre, lleno de tribulaciones, pero también de esperanza.

Soy un misionero con 48 años de sacerdocio dedicado a la extensión del Reino de Dios en dos grandes lugares: India y México.

Mi historia comienza en mi natal Tuticorin, India, donde me ordené sacerdote en 1970, inspirado por mi hermosa familia que ha dado a la Iglesia cinco sacerdotes (dos diocesanos, dos jesuitas y un Oblato de María Inmaculada) y a mi única hermana, quien también es hermana mayor de la congregación Bon Secours.

Leer: Evangelizar África, labor de los Misioneros Combonianos

Aún recuerdo como si fuera ayer las palabras de aliento de mi mamá, que me decía: “participa con devoción en el Santo Rosario, pues la Virgen María es la primera misionera, y ella te acompañará siempre”.

Durante 22 años trabajé en algunas parroquias de India, fui director espiritual en varios conventos y manager de diferentes escuelas. 

En esos años viví experiencias inolvidables, que me dejaron una gran sensación de felicidad y plenitud. Fue por eso que pedí el permiso de mi obispo para ser misionero en un lugar lejano, y elegí México, un hermoso país.

Antes de llegar a mi nuevo destino, estuve en el Vaticano, donde tuve la oportunidad de saludar al Papa Juan Pablo II. Ese día, cuando le pedí su bendición, el Papa me preguntó: “¿para qué quieres ir a México?”, a lo que respondí: “Quiero ser Misionero”. El Papa me dio su Bendición, me regaló un rosario de misión y me dijo: “Que te vaya bien”.

Incardinado a la Arquidiócesis Primada de México, he trabajado con gran devoción y dedicación en la VII Vicaría “San Pablo Apóstol”, en las parroquias Niño Jesús Milagroso, Jesús Maestro, y actualmente en Sagrado Corazón de Jesús, en la colonia Insurgentes, Iztapalapa.

Como misionero, he impulsado la formación y preparación de los laicos para que sientan la necesidad y entiendan la importancia de estar bien capacitados para compartir, vivir y celebrar su fe.

He visitado casas, negocios, escuelas, fábricas, paradas de autobús, mercados y más, animado con la oración de San Francisco Xavier, el patrono mundial los misioneros: “Señor, dame más almas”, un testimonio que me guía a seguir como misionero.

Sistema Informativo de la Arquidiócesis de México

Entradas recientes

Valorar, cuidar y aprender de nuestros adultos mayores

Sería deseable que uno de los frutos del jubileo de la esperanza que estamos viviendo…

20 horas hace

Nuestros abuelos y ancianos: un tesoro que en la sociedad no debemos descartar

Demasiados adultos mayores han quedado invisibles, olvidados, arrinconados. ¿Hasta cuándo vamos a permitir que quienes…

23 horas hace

Jubileo de los abuelos y personas mayores en la Arquidiócesis de México

La invitación del Santo Padre es a vivir la dinámica jubilar de liberación en los…

23 horas hace

La Feria del Libro Católico celebra 25 años en la Basílica de Guadalupe. ¡Visítala!

La Feria del Libro Católico estará abierta hasta el 31 de agosto y podrás encontrar…

1 día hace

Campanarios y cámaras, baluartes del cuidado

Proteger los templos no es sólo asegurar paredes y atrios, es garantizar que cada persona…

2 días hace

Jesús siempre comparó al reino de los cielos con un banquete

Nunca comparó el reino de Dios a una sala de cine (cada quien en su…

2 días hace

Esta web usa cookies.