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¡Hay que ponerse en forma!

Dulce María Fernández G.S.

En esta temporada de Cuaresma, nuestro Maestro inicia un camino en ascenso con alto grado de dificultad. No es fácil porque implica mucho esfuerzo y preparación. Pero Él está dispuesto a todo con tal de enseñarnos cuál es la manera de obtener el triunfo. Si están de acuerdo, y quieren triunfar también, preparémonos para seguirlo. Y como seguirlo no es fácil, ¡hay que ponerse en forma! Intentaremos aprender de Él: seremos sus discípulos.

¿Y qué es ser un discípulo? Es ser aprendiz y alumno destacado del Maestro. Para esto es necesario conocerlo e imitarlo. Iniciemos pues como discípulos, con Jesús el Maestro, el ascenso. La Cuaresma es el camino hacia la Pascua.

(Y por cierto, ¿has oído hablar de Cristo? ¿Lo conoces? O naciste “creyente” por cultura familiar. Porque sólo una verdadera conversión personal nos hace discípulos. Y la Cuaresma es el tiempo por excelencia para convertirnos.)

Pensemos como atletas. Ellos necesitan una rutina, una alimentación, un entrenamiento constante, un deshacerse de malos hábitos, un trabajo de análisis personal para conocer sus cualidades y defectos, una fuerza de voluntad y una constancia que requiere mucha disciplina y esfuerzo. También necesitan ir dejando en su entrenamiento muchas cosas que les gustan, pero que les hace más pesado el llegar a la meta deseada. Comen ligero y soportan los sufrimientos y sacrificios que sean necesarios con tal de llegar a la cima. Y saben transmitir sus conocimientos a sus compañeros de equipo, sus contemporáneos. Además, necesitan tener plena confianza en su entrenador y maestro.

Pues iniciemos como atletas el entrenamiento que Cristo nos quiere enseñar para llegar a la Pascua. Pongámonos en forma. ¡Tenemos 40 días para acompañarlo,  aprender de Él e imitarlo!

Para esto tenemos que hacer uso diario del Evangelio y leerlo como si fuera un manual, porque ahí encontramos todo lo que Cristo nos quiere enseñar para que lo conozcamos y lo imitemos. Ahí descubrimos, con la gracia de Dios,  el amor personal y misericordioso que Dios nos tiene.

Sería muy bueno, que para ascender junto con Cristo esta cuesta, hagamos un horario especial para nuestro “entrenamiento”, es decir, para leer el Evangelio sin ruidos y sin interrupciones, aunque se puede hacer perfectamente bien en familia. Tomemos la lectura del Evangelio de San Mateo, Capítulos 26 al 28. Sólo hay que escoger cada día los versículos específicos para poder analizar muy bien lo que Dios nos quiere enseñar.

En esta lectura descubriremos que por ejemplo, Cristo oraba todos los días, que también ayunaba, que pensaba muy bien las cosas delante de su Padre,  que era servicial, que ayudaba a todos, que no juzgaba ni condenaba, que se compadecía de los que sufrían, que lloraba por las tristezas de sus amigos, que perdonaba de corazón, que conocía también el miedo y  que pasaba haciendo el bien.

Cada día, acabando la lectura, podemos programar nuestra rutina de entrenamiento del día, o del día siguiente,  para seguir a Cristo. Es muy bueno tener un cuadernito donde vamos anotando lo que Jesús nos va enseñando con su vida y que queremos aprender y practicar como discípulos. Por ej. Hoy voy a ayudar a una persona (pon su nombre) en algo que ésta necesita. Y además, como necesito eliminar un poco de mi egoísmo, o de mi pereza o de mi  soberbia, (que es como ponerse a dieta para eliminar lo que pesa como la grasa,) me esforzaré por vencerme a mí mismo. También me vendría muy bien ayunar un poco, ofreciendo mis alimentos a los que nada tienen. O para bajarle una rayita a mi báscula, propongo confesarme para quitarle peso a la cruz de Jesús por mis pecados.

Y por supuesto, para adquirir fuerza, ponerme de rodillas todos los días para encontrar a Jesús en la oración. Si puedo visitarlo en el sagrario sería mucho mejor. Y si puedo ir a Misa diariamente durante estos días, sería increíble. Al levantarme de ese rato, notaré que mi músculo espiritual va mejorando, y que seguir a Cristo, aunque es difícil, no es imposible.

Tú encárgate de que tu entrenamiento sea lógico, y Dios se encargará de que sea posible. ¡No dejes de ponerte en forma para acompañar a Cristo en esta Cuaresma, para llegar con él hasta la Pascua!

 

*Propondremos más ideas el próximo domingo, pero el trabajo es todo tuyo.

Sistema Informativo de la Arquidiócesis de México

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