Mons. Salvador Martínez
Ante el doble relato de sanación de la anciana y la niña, responderemos a la pregunta sobre las semejanzas y las diferencias que existen entre ambos relatos y las claves que se sacan de ellos.
La lectura del día de hoy nos presenta un doble relato de sanación. La de una anciana y la de una niña de doce años, veamos en primer lugar las semejanzas entre los dos relatos: las dos personas estaban enfermas, y el evangelista hace un acento fuerte sobre la pérdida de vida, la anciana tenía hemorragias y la niña se dio por muerta antes de que llegara Jesús. En ambos casos se menciona doce años, la anciana llevaba doce años enferma, la niña tenía doce años. En ambos casos se menciona la voluntad de recurrir a Jesús como vía de solución, la anciana por sí misma, la niña por medio de su papá. La cuarta semejanza radica en la intervención de la fe de las personas, en ambos casos remarcada por las palabras de Jesús, para la anciana así: “mujer, tu fe te ha salvado”, para el padre de la niña así: “no temas, basta que tengas fe”. Ambos casos concluyen con la sanación de las personas, a la anciana se le detiene el flujo de sangre, la niña se levanta.
A partir de estas semejanzas podemos decir que el evangelista nos indica el poder sanador de Jesús. Al usarse el número doce, que metafóricamente es el número que representa al pueblo de Dios tanto en el Antiguo Testamento, por referencia a las doce tribus de Israel; como a la comunidad cristiana, por referencia a los doce apóstoles; el evangelista podría estarnos dando la referencia de que Jesús es redentor universal, tanto de los judíos como de la comunidad naciente, es decir, la Iglesia. Para que se dé la salvación, sin embargo, es necesaria la fe de las personas, nadie se salva en contra de su voluntad o a la fuerza.
Ahora pasemos a las diferencias. La más evidente son las edades de las enfermas una ha pasado la mayor parte de su vida, la otra apenas ha salido de la niñez. La segunda fuerte diferencia radica en el modo de aproximarse a Jesús, la anciana se acerca furtivamente, llevada de su convicción se abre paso hasta tocar al Señor, en cambio, la niña no se presenta por sí misma sino por medio de su padre y el trayecto a su sanación es totalmente consciente de parte de Jesús. Muy relacionada con esta diferencia está la dificultad añadida al proceso de la niña, pues a medio camino les avisan que ya había muerto, en este caso es Jesús el que insta al papá a no darse por vencido. En ambos relatos hay un momento en que Jesús se confronta con los que le rodean, pero por causas diferentes, a saber: cuando sanó la anciana Jesús la buscaba y hay cierta inconformidad con los discípulos que no entienden por qué buscaba a la persona que lo había tocado, máxime que estaban siendo apretujados por todos lados. La confrontación en el caso de la niña es con los amigos y parientes de la familia, los cuales lloraban la muerte, a ellos les dijo: “¿Por qué lloran? La niña no está muerta, sino duerme”.
Estas diferencias condimentan muy hermosamente el mensaje, ya que nos permiten ver que no hay circunstancia, como la edad, a la que no llegue la salud de Jesús. Incluso puede haber circunstancias furtivas por las que se obtiene la salud o bien procesos manifiestos. Todos tienen que afrontar dificultades para alcanzar la meta, e incluso, puede haber malos entendidos en torno a los hechos de salvación.
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