Mons. Salvador Martínez Ávila
Analizaremos el discurso de Nuestro Señor de acuerdo a cada una de sus partes temáticas y lo relacionaremos con el proceso de fe seguido por sus discípulos hasta llegar a la profesión de Pedro.
El primer anuncio de la Pasión que hizo Nuestro Señor está ligado a la profesión de fe de Pedro, la cual leímos la semana pasada. Por ello es importante ver que Jesús inicia la revelación de los contenidos más importantes de su misión, veamos como los desarrolla en este discurso.
El primer tema es el destino del Mesías, es un destino de sufrimiento de parte de los ancianos, sumos sacerdotes y escribas (Mt 16,21), es un destino de muerte y de resurrección al tercer día (v.22). De estos dos últimos elementos la muerte es fácil de comprender. El tema de la resurrección al tercer día no resulta tan fácil de asimilar. Tan claro resulta este hecho que Pedro reacciona en contra de lo anunciado por Jesús: “¡Lejos de Ti, Señor! ¡De ningún modo te sucederá eso!” El sufrimiento y la muerte son algo indeseable para quien no considera la realidad de la resurrección. Jesús continúa el discurso reaccionando a la intervención de Pedro. En primer lugar le ordena quitarse de enfrente pues solamente sirve de estorbo (vv.22b-23). La razón que Jesús invoca es que Pedro no piensa como Dios sino como lo hacen los hombres.
La tercera parte del discurso (vv. 24-26) es sobre el seguimiento de los discípulos al Señor. Para seguirlo es preciso tomar la cruz, esto significa, de acuerdo con las frases siguientes, el olvido de la salvación de sí mismo, para encontrarla en el Señor Jesús. La cuarta y última parte del discurso (vv. 27-28) habla sobre la futura gloria del Mesías, sobre todo en su función de juez universal. Si evaluamos el discurso en su conjunto vemos que el Señor Jesús trató de ubicar adecuadamente el sentido de sus anuncios negativos sobre sufrimiento y muerte con las declaraciones de su futura resurrección y de su señorío universal. El tema de su señorío no es nuevo para sus oyentes pues la serie de eventos que preceden la confesión de Pedro como fue: un par de multiplicaciones de panes (Mt 14,13-21; 15,32-39), el dominio sobre las aguas y la tormenta (Mt 14,22-33) y las diversas curaciones y exorcismos (14,34-36; 15,21-31), habían demostrado que Jesús tenía pleno señorío sobre la naturaleza, sobre la enfermedad y sobre el maligno.
En esta serie de eventos también vimos cómo la fe perseverante era una condición importante para la verificación de algunos milagros. Entonces estamos en presencia del mayor reto de fe que Jesús hubiera podido lanzarles a sus seguidores. Creer que por el sufrimiento y la muerte cumpliría su misión mesiánica. Creer que resucitaría al tercer día. Creer que para seguirlo era necesario cargar con la propia cruz, esto es no buscar la propia salvación sino poner la propia vida en manos del Señor.
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