En aquel tiempo, entre lo que enseñaba Jesús a la gente, dijo: “¡Cuidado con los escribas! Les encanta pasearse con amplio ropaje y que les hagan reverencias en la plaza, buscan los asientos de honor en las sinagogas y los primeros puestos en los banquetes; y devoran los bienes de las viudas, con pretexto de largos rezos. Éstos recibirán una sentencia más rigurosa”.
Estando Jesús sentado enfrente del arca de las ofrendas, observaba a la gente que iba echando dinero: muchos ricos echaban en cantidad; se acercó una viuda pobre y echó dos reales.
Llamando a sus discípulos, les dijo: “Les aseguro que esa pobre viuda ha echado en el arca de las ofrendas más que nadie. Porque los demás han echado de lo que les sobra, pero ésta, que pasa necesidad, ha echado todo lo que tenía para vivir”. (Mc 12, 38-44).
La lectura del santo Evangelio de este domingo la podemos comprender en tres cuadros que explico a continuación:
El culto hipócrita de los escribas. En el primer cuadro aparecen los escribas, intérpretes expertos de la Ley. Su horizonte religioso es fotografiado paradójicamente bajo una perspectiva teatral: para ellos importa más la mirada de los hombres que la de Dios. Por eso, Jesús expresa un juicio bastante severo bajo el imperativo “cuídense”. Justamente, esta hipocresía contradice el doble mandamiento del amor (Dios y el prójimo): ellos anulan la Palabra de Dios con la tradición humana para su propio beneficio.
El óbolo de la viuda pobre. Jesús está sentado en el atrio del templo, lugar en el que podían acceder las mujeres. Allí se encontraba la “estancia del tesoro”. Según el biblista Gianfranco Ravasi, se colocaban 13 cajas en forma de embudo en las que se versaban las limosnas para el templo. En la praxis, un sacerdote recibía el óbolo y, antes de versarlo, proclamaba la cantidad de la suma. Obviamente, entre más se diera, se mostraba públicamente que la persona era bendecida por Dios, pero, sobre todo, era la proclamación de la propia justicia–santidad. En ese contexto es donde aparece esta humilde mujer que, en lo secreto coloca dos moneditas de escaso valor, pero que para la mujer lo eran todo.
La viuda es anticipación de Cristo. Jesús, según el evangelista Marcos, está en esa proximidad de entrar en el camino de la Pasión y Muerte; y justamente, la viuda es figura de la anticipación total de lo que hará Cristo en la Cruz. En efecto, como la viuda ha hecho un verdadero sacrificio de sí misma, así también Jesús ofrecerá su vida. El mensaje es claro: el encuentro con Dios no se realiza mediante ritos externos, sino a través de gestos sencillos, silenciosos, imperceptibles; expresiones del amor total a Dios quien se hace reconocible en el rostro del hermano.
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