P. Eduardo Lozano
HASTA DONDE YO SÉ, nadie, pero n-a-d-i-e, se ha hecho rico viendo la televisión; y por favor no se te ocurra intentarlo, que si tal fuera el camino el mundo desbordaría de riqueza a más no poder; más bien los que se han hecho ricos será porque les tocó en herencia una fortuna (se dice que tiene “bienes relictos”), o tal vez robaron y robaron y robaron, o acaso ordeñaron a todo lo que se pudo alguna prebenda, diputación, comisión, o título de cualquier tipo; otros más se habrán hecho ricos gracias a su trabajo e ingenio, y seguramente hay quien ha amasado gran caudal vendiendo televisores… QUE NADIE ME TACHE de anticuado, o amargado, o desfasado porque ni tengo ni acostumbro ver televisión; tampoco soy un asceta ni la evito siquiera como disciplina o en son de protesta; sencillamente no paso mi tiempo cotidiano delante del televisor porque no le encuentro mayor sentido: programas deportivos que no me ejercitan en nada, programas noticiosos que sólo son eco de los mismos escándalos de siempre, programas “telenoveleros” que más bien provocan lástima ajena y no les queda espacio para la pena propia, programas de concursos en donde parece que están buscando perdedores de oficio o ilusos de profesión… HACE CASI CUATRO AÑOS que me desviví por ver una serie televisiva originada en España y que versó sobre la reina Isabel la Católica; aún recuerdo cómo la disfruté por los argumentos, los coloquios y los parlamentos, por los vestuarios y la actuación, por los datos históricos y hasta los legendarios; y también la disfruté –debo decirlo- por los pocos comerciales que la interrumpían… Y CONSTE QUE A NADIE pretendo ahuyentar o distraer del influjo de lo que en otro tiempo y despectivamente se le llamó “la caja idiota” (hoy sería “pared” o “ventanal” por las dimensiones de las pantallas); más bien te invitaría a que selecciones muy bien lo que ves y consumes vía televisión, que así como hay restaurantes con menús bien elaborados (aunque sean respetables fondas de comida corrida), también hay changarros soeces (establecidos, callejeros, y otros también de moda y lujo) en donde ponen en riesgo tu salud sin que lo notes… Y LO MISMO QUE DIGO sobre la “tele”, también se aplica a la radio, a los periódicos, a revistas, al internet y a todo medio de comunicación; que no se nos olvide que la basura y la maleza abundan y se propagan como si se les invitara, como si de tales cosas tuviéramos necesidad… EN EL TIEMPO QUE TUVE de vacación –ya he dicho que algo me paseé- también dediqué algunos días y sus noches para echarle una “manita de gato” a los ambientes domésticos: que si el detalle de la ventana o los baños, que si escombrar la despensa, el armario o los libreros, que si revisar las chapas y los focos, que si limpiar los escondrijos y recovecos; y estando en tales menesteres la cabeza iba y venía en recuerdos, en proyectos, en ilusiones y problemas añejos, en posibilidades y planes, en diálogos ya hechos o en conversaciones por venir; y no, ni un minuto siquiera en la televisión… MIENTRAS CONVERSO CON tal o cual persona (independientemente de su condición económica o laboral, cultural o familiar) casi que logro descubrir si es una persona rica o una persona miserable; y es que en los temas de diálogo rápido se nota un lenguaje más nutrido y sabroso aunque utilicen palabras habituales; se deja ver una actitud más positiva y objetiva que mucho supera al lamento y a la queja; se percibe un modo de ser más libre y menos condicionado; son personas que no se han “miserabilizado” –y no sólo empobrecido-, son personas que conservan la riqueza de la naturalidad y una imaginación que no vuelve sobre lo burdo del programa de moda… APLAUDO CON TODO cariño y reconocimiento a mis hermanos indígenas y campesinos -así como a muchos hermanos urbanos y citadinos-, que siguen canalizando su fantasía y habilidad en el arte popular, en la música o en la producción de alimentos; son ellos quienes siguen leyendo el libro abierto de la naturaleza para obtener una riqueza inagotable, son ellos los que nos han de enseñar a no frenar la vista y la mirada en una pantalla repetitiva y omnipresente… TAMBIÉN UN APLAUSO cálido y sonoro para quienes desgatan sus ojos en el trabajo y la atención a los demás, así como en buenos libros, y que conste que los buenos libros no sólo son de letras y letras y letras; en mi juventud temprana me procuré varios libros “de monitos” dibujados por Quino –argentino de nacimiento pero universal por vocación- y ahí la muchachita de nombre Mafalda, me enseñó que lo mejor que tenía la televisión era el botón con que se apaga… PUES NO, YO NO PENSABA escribir hoy todo lo que ya leíste, y te ruego me disculpes si hoy no cité siquiera una letra del Evangelio; tal vez andaba yo distraído, o con prisa, o con preocupación, o desvelado, o un poco de todo eso; no obstante, hay ocasiones en que Jesús nos habla con un Evangelio que no está en la Biblia y nos enriquece con tesoros que no entran en cuentas bancarias… DE HOY DOMINGO 19 al viernes 24 sólo faltan cinco días, los mismos que viviré con ansias para la celebración de las 19 horas en la Catedral Metropolitana, en donde daré gracias a Dios por el ministerio presbiteral que me confirió hace treinta años; si te es posible asistir pues ahí nos vemos, y si no vas de todos modos sé que desde tu hogar enriqueces con tu plegaria -llena de afecto- a este servidor y a todos los presbíteros que conoces y tratas…
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