P. Eduardo Lozano
FELICITO EN PRIMER LUGAR a todos los que se llamen “Águedo” o “Ágato”, pues hoy –domingo 4 de febrero- es día de Santa Águeda o Ágata, famosa mártir siciliana del siglo III, a quien está dedicada la catedral de Catania (Italia); y estando casi seguro que más bien son mujeres las que llevan ese nombre, pues redirijo mi primera felicitación a ellas; hay que decir que en toda la Iglesia se celebra a esta insigne mártir el día 5 de febrero, pero como en tal día festejamos al primer mártir mexicano -San Felipe de Jesús- pues la memoria de Santa Águeda se adelanta un día… EN SEGUNDO LUGAR felicito –para mañana lunes 5- a todos los que se llamen Felipe (¡újale, muchos!) o Felipa (he conocido a dos damas con tal nombre), y a todos los que celebren o conmemoren algún hecho especial; en esta segunda felicitación también incluyo las efemérides de los siguientes días y así abrevio al máximo para ocuparme de otro asunto… EN TERCER LUGAR –y no menos importante- mi felicitación va para quienes nos alegramos por los frutos de 22 años de servicio pastoral del Cardenal Norberto Rivera Carrera que concluyen mañana, con la entrega de esta Arquidiócesis; al mismo tiempo comienza el trabajo pastoral del Cardenal Carlos Aguiar Retes, motivo también de alegría y felicitación para quienes pertenecemos a esta porción del Pueblo de Dios… ESTUVE REVISANDO algunos datos históricos de nuestra amada Arquidiócesis –a vuelo de pájaro-, concretamente lo que se refiere a los arzobispos, y de plano que ya fuera uno, ya fuera otro, todos han tenido que enfrentar situaciones por demás especiales, ya por calamidades naturales o epidemias, ya por intrigas políticas o clericales, ya por problemas económicos, o por guerras y conflictos, por persecución, o por desafíos pastorales, que nunca faltan… Y ES QUE DESDE QUE el hombre es hombre y el mundo es mundo, ha habido y seguirá habiendo tiempos como todos, llenos de aciertos y dificultades, con retos nuevos y añejos, con los trabajos de siempre y las prisas extraordinarias; así que no nos extrañe ni nos parezca fuera de lo común todo –TODO- lo que llegue a suceder en este México lindo y querido, y en nuestra amada Arquidiócesis, con los cambios y transformaciones que ya campean el 2018… POR SEÑALAR APENAS algo de la historia, bien podríamos ver lo que implicó -en su momento- que la Arquidiócesis abarcara lo que conocemos como centro del país: territorio de los estados de México, Morelos, Hidalgo, Guerrero, Michoacán, Querétaro; a todos esos rincones (ciudades, pueblos, rancherías, etc.) llegó tal o cual Arzobispo en visita pastoral, viendo por sus feligreses, conociendo sus situaciones, alentándoles en la vivencia de la fe… Y LOS TRABAJOS PROPIOS de la capital de la Nueva España, en donde la jerarquía y la autoridad civil con frecuencia empataban en empeños, en personas y en recursos; baste pensar que varios de los Arzobispos también fueron Virreyes, es decir, llevaban a cuestas la responsabilidad eclesiástica y los deberes de gobernantes civiles… DENTRO DE UNOS AÑOS la arquidiócesis estará cumpliendo medio milenio de actividad y trabajos, cinco siglos de esfuerzo evangelizador, de tantos misioneros y clérigos, religiosas y laicos que se han entregado a sembrar y ver crecer el Reino de Dios, reflejado en los templos y cúpulas, en el arte y la cultura, en la gastronomía y las fiestas populares, en los momentos de gran regocijo y de crisis tremenda… LOS SIGLOS PASAN Y YA en pleno y franco siglo XXI los desafíos pastorales se multiplican y los requerimientos también son otros; nadie puede sentirse excluido o al margen de la vorágine de cuanto estamos viviendo; sin embargo, una piedra de toque, un punto básico sigue de pie: la buena noticia de Jesús tiene que ser anunciada a todos los hombres… ASÍ QUE BIENVENIDOS todos los que se sumen con su talento y buen espíritu, bienvenidos cuantos lleguen para fortalecernos en la fe, animarnos en la esperanza y mantenernos activos en la caridad; bienvenidos los que ya estábamos y ahora nos renovamos; bienvenidos los que nos sentimos llamados para responder con calidad a las exigencias del pueblo de Dios.… Y QUE NO FALTE –muy en serio- una cuarta y última felicitación para todos los que concretizan y hacen actual el nombre de Águeda o Ágata, que significa: bondadosa; en efecto, todos deberíamos llamarnos Águedo o Ágato, todos deberíamos pulirnos y lucirnos en ser bondadosos, y no como resultado de maquillaje o efecto telenovelero, sino por convicción plena y total, por descubrirnos creados, amados y redimidos por Dios… QUE A NADIE ESPANTEN con el “petate del muerto” ni con discursos tremendistas o apocalipsis y hecatombes espeluznantes; ten por seguro que si te llamas Felipe o Felipa, bien puedes añadir el nombre de Ágato o Águeda y así con cualquier otro nombre (Irving Águedo, Yolanda Ágata, Fermín Ágato, Lupita Águeda, etc.); yo mismo empezaré a autonombrarme Eduardo Ágato y me esforzaré por seguir haciendo realidad lo que ese nombre significa, y entonces el mundo estará mucho mejor, ¿a poco no?… ¡AH!, NO SE ME OLVIDA invitarte a que de algún modo participes en la siguiente Noche Santa, ya asistiendo, ya uniéndote desde tu parroquia; en ella tendremos muy presentes los acontecimientos que ya estamos viviendo con el nuevo Arzobispo Primado de México: Cardenal Carlos (Ágato) Aguiar Retes…
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