En algunas de sus reflexiones, el Papa Francisco ha hablado de la tristeza como una actitud que no corresponde al cristiano; de hecho, ha expresado que “un cristiano triste es un triste cristiano”, lo cual podría ocasionarnos alguna confusión si estamos pasando por un cuadro depresivo que se nos dificulta superar. Entonces podríamos preguntarnos: “¿Soy acaso un mal cristiano porque me siento triste?”.
Sobre el tema, el padre Enrique Maldonado, psicólogo y sacerdote emérito de la Arquidiócesis de México, explica que lo dicho por el Papa Francisco proviene de un antiguo refrán que dice que ‘un santo triste es un triste santo’.
En este sentido -señala-, lo primero que hay que considerar es que todos los seres humanos, entre los que se cuenta a los santos, hemos sido dotados de un conjunto de reacciones afectivas que se activan ante las diferentes situaciones de la vida.
“Y es por eso que en ocasiones sentimos tristeza: esa sensación de malestar, de decaimiento, quizás por la pérdida de un ser querido, o por haber sido despedidos de nuestro puesto de trabajo, o por una decepción amorosa, o por cualquier cosa que nos prive de un estilo de vida que nos hacía sentir estabilidad”.
De manera que la tristeza -agrega el padre Enrique Maldonado- es de lo más normal en todos los seres humanos, creyentes o no creyentes, cristianos o no cristianos. Sin embargo, explica que la cuestión cambia cuando esa tristeza se hace crónica, y la persona no quiere moverse, es incapaz de tomar decisiones o de emprender alguna actividad, no le encuentra sentido a nada e incluso se niega a recibir ayuda”.
La anterior, pues, es la actitud a la que se refiere el Papa Francisco: cuando la persona ve todo bajo la óptica del pesimismo y se encuentra en un estado de desánimo tal que ni siquiera quiere hacer el intento por salir adelante. Pero, ¿por qué se dan estos casos?
Para el padre Enrique Maldonado, al margen de que la depresión pueda tener causas de tipo neurológico, que obviamente requieren atención médica, la mayoría de los cuadros depresivos ocurren por el sentimiento de culpa que la persona no ha procesado y que por lo tanto no ha podido transformar en arrepentimiento.
“Es decir -explica el sacerdote-, que si la persona perdió el empleo, su mayor tristeza proviene de la culpa, a veces oculta, de no haber podido conservarlo; si sufrió una ruptura en su relación de pareja, se culpa por no haber podido mantenerla sólida; si perdió a un ser querido, se culpa entonces por no haber sido una mejor persona mientras la tenía a su lado. Y todas estas son visiones sesgadas de la realidad que es necesario ir aclarando”.
Señala que en estos casos la persona está anulada -o ‘en la lona’, como se dice coloquialmente-, como consecuencia de un autocastigo. Y al margen de que tenga una visión falsa de su realidad, lo que necesita para empezar a salir adelante es autoperdonarse, pero sobre todo saber que puede recibir un perdón muy especial: el perdón de Dios.
Y aquí viene lo que para el Papa Francisco ya no corresponde a una actitud cristiana. “Todo cristiano -dice el padre Enrique Maldonado- sabe que tiene al alcance los medios para salir adelante, sobre todo cuando el motivo de su depresión es identificable en el tiempo y en el espacio; pero, si aun así se resiste a acudir al Sacramento de la Penitencia, a recibir la absolución de Dios por medio del sacerdote, a hacer oración, a buscar acompañamiento espiritual o incluso a llevar una terapia psicológica, entonces esa no es una actitud cristiana”.
Para el padre Enrique Maldonado, algo de lo más importante es que la persona pueda dialogar con alguien -ya sea sacerdote o psicólogo- que la pueda conducir a un reconocimiento honesto de lo sucedido, porque las visiones falsas de la realidad son como un hoyo lleno de arenas movedizas, en el cual la persona se va hundiendo a cada intento de movimiento.
“En cambio, encontrar la objetividad es la manera de tocar un piso firme sobre el cual poder avanzar: la persona necesita saber en qué falló, pero también en qué acertó; necesita ser consciente de sus defectos, pero también de sus virtudes; necesita saber cuáles son sus debilidades, pero también los recursos que tiene para no reincidir”.
Finalmente, el padre Enrique Maldonado señala que es muy importante analizar todo el complejo de causas psicológicas, morales y espirituales; “pero lo más importante es ponerse en manos de Dios”.
Cabe señalar que si bien el Papa Francisco ha señalado que “un cristiano triste es un triste cristiano”, también ha exhortado a los fieles a apoyarse el Espíritu Santo, a dialogar con Él, para poder evitar tristezas o liberarse de ellas, y para mantener una juventud de espíritu renovada.
“Una juventud que te hace mirar siempre con esperanza. Pero para tener esta juventud, se necesita un diálogo cotidiano con el Espíritu Santo, que siempre está a nuestro lado. Es el gran don que nos ha dejado Jesús: este apoyo que te hace ir adelante”.
Así pues, el cristiano tiende siempre a la alegría, porque se sabe amado, escuchado y perdonado por Dios; porque pone su confianza en la Divina Providencia; porque tiene la certeza de una vida eterna; porque se olvida de sí mismo y pone a Jesús en el centro, y porque sujeta su voluntad a la voluntad de Dios Padre.
Ciudades como Los Ángeles o Nueva York han empleado hip hop y rap para reducir…
El feminismo, una corriente filosófica y social que busca la igualdad de derechos y oportunidades…
“Y recorrió toda la comarca del Jordán, predicando un bautismo de conversión para perdón de…
El 29 de diciembre iniciaremos el Año Jubilar 2025 en las diócesis del mundo, con…
Lo que empezó en los años 20 del siglo pasado como una causa homicida, al…
‘¡Viva Cristo Rey!’ Hagamos nuestra esta frase, no como grito de guerra, sino como expresión…
Esta web usa cookies.