La raíz de muchos conflictos en los adolescentes es la desconexión emocional temprana, es decir, el alejamiento emocional. Foto: Luis Aldana
La salud mental y emocional de niñas, niños y adolescentes se ha convertido en un tema prioritario, por lo que el fortalecimiento del vínculo afectivo entre padres e hijos desde la primera infancia es uno de los factores más determinantes para su desarrollo integral, ya que favorece la autoestima y ayuda a prevenir conductas de riesgo durante la adolescencia.
De acuerdo con la Dra. Rosario Laris, doctora en Bioética y consejera familiar, la raíz de muchos conflictos en los adolescentes es la desconexión emocional temprana, es decir, el alejamiento emocional.
“La falta de cariño, atención y vínculo afectivo desde los primeros años puede derivar en lo que denomina una ‘confusión afectivo-sexual’, una condición en la que el niño o adolescente experimenta desconcierto en sus emociones y en la comprensión de su identidad, lo que puede disminuir su autoestima y abrir la puerta a conductas de riesgo”, asegura la también especialista en sexualidad.
“Cuando un niño no se siente querido, protegido o valorado por sus padres, busca esa validación fuera, muchas veces en relaciones que no lo respetan ni lo cuidan”, explica.
Señala que la sexualidad es una dimensión integral del ser humano que abarca cuerpo, mente, emociones y espiritualidad. Por ello, dice, una correcta formación afectivo-sexual empieza mucho antes de la pubertad y debe ser parte del amor cotidiano expresado con palabras, tiempo, respeto y contacto físico positivo.
1. Pide perdón cuando te equivoques: Decir “me equivoqué, perdón” no resta autoridad. Enseña humildad y refuerza la confianza.
2. Abraza todos los días: El contacto físico genera oxitocina, calma, y fortalece el lazo emocional.
3. Comparte al menos una comida al día sin pantallas: Haz de la mesa un espacio de conversación y escucha activa.
4. Jueguen juntos: Dedica tiempo a juegos de mesa, cartas o actividades familiares. Fomenta la alegría compartida.
5. Planeen salidas simples pero significativas: Un picnic, una caminata o una película en casa son oportunidades valiosas de conexión.
6. Haz preguntas abiertas todos los días: “¿Cómo te fue?”, “¿Qué fue lo mejor del día?” o “¿Necesitas algo?” abren canales de comunicación sincera.
7. Sé constante: Más que cantidad, importa la frecuencia: pequeños momentos diarios hacen la diferencia.
La Dra. Laris es autora de “Abraza a tu hijo”, un libro gratuito que se puede descargar en: sexoseguro.org . Escrito con un lenguaje accesible y acompañada de casos reales, ofrece herramientas prácticas para establecer relaciones sanas y afectivas con sus hijos, desde el embarazo hasta la adolescencia.
La Dra. Laris asegura que, de acuerdo con su experiencia, los lazos emocionales sólidos no se construyen con grandes discursos, sino con actos cotidianos que transmiten amor, respeto y presencia. “Pedir perdón a un hijo no resta autoridad; al contrario, humaniza la relación. Enseña que equivocarse no rompe el amor ni el vínculo”, señala.
Una disculpa genuina —explica— puede ser el primer paso para restablecer la comunicación, sobre todo cuando el adulto ha reaccionado mal o ha perdido el control. “Decir: ‘Perdón, no debí haber reaccionado así’, le muestra al niño que hay posibilidad de reparar y seguir adelante. Eso construye seguridad emocional”, afirma.
Otro elemento fundamental es el contacto físico afectivo. El abrazo, según la Dra. Laris, tiene un impacto neurofisiológico que regula las emociones. “El abrazo estimula la producción de oxitocina, reduce el cortisol y activa el nervio vago, que ayuda a la tranquilidad. Después de una buena dosis de abrazos, uno mejora”, dice.
Más allá del afecto físico, la terapeuta insiste en la importancia de abrir espacios de convivencia diaria. Una de sus recomendaciones principales es compartir al menos una comida al día sin pantallas. Este espacio se convierte en un momento privilegiado para escuchar, preguntar y dialogar: “¿Cómo te fue? ¿Qué te preocupa? ¿En qué te puedo ayudar?”. Estas preguntas, sencillas pero consistentes, refuerzan la idea de que el hogar es un lugar seguro y confiable.
También sugiere recuperar actividades familiares que promuevan la conexión emocional, como juegos de mesa, salidas al parque, paseos o ver una película juntos. “No se trata de llenar la agenda, sino de dedicar tiempo real a estar con los hijos, sin distracciones”, comenta la doctora.
El entorno familiar actúa como el primer espejo en el que un niño aprende quién es y cuánto vale. Padres que hablan con cariño, que abrazan, que corrigen sin gritos ni etiquetas negativas, están sembrando la base de una autoestima fuerte.
“Los niños que son tratados con respeto y ternura en casa no permiten ser tratados de manera indigna fuera de ella”, afirma la especialista en bioética.
Un caso contrario ocurre cuando un niño es llamado con apodos ofensivos, ignorado cuando llora o crece viendo violencia verbal. “La manera en que tú tratas a tu hijo será la forma en que él permitirá que el mundo lo trate”, advierte.
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