Las parábolas de Jesús son un recurso didáctico que se basa en comparar situaciones cotidianas con realidades espirituales. En su libro “El creer de/en los Superhéroes“ el padre Sergio Guzmán nos ayuda a explicarles a los niños distintas parábolas relacionándolas con películas de Marvel. Comencemos hablando del querido Hombre Araña.
Peter Parker es un joven estudiante de preparatoria que enfrenta los típicos problemas de un adolescente. Desde pequeño vive con sus tíos Ben y May, testigos referenciales para él de cómo vivir en el amor y la responsabilidad. Peter es quien nos cuenta su historia, “una historia que no es para los débiles de corazón”.
En esta narración, él mismo nos comparte su fe: aquello que valora, cree y defiende hasta las últimas consecuencias, por supuesto con su doble identidad de Hombre Araña, que prefiere mantener oculta.
Parker es un apasionado de las ciencias aplicadas y la biotecnología. Valora y le gusta la investigación. Es precisamente en una visita a un laboratorio cuando una araña genéticamente modificada lo pica y adquiere sus poderes arácnidos. Con su temperamento tímido y poco “pegue” con las chicas, con todos los apuros económicos, con sus pocos amigos, con el bullying que padece, Peter Parker sigue en pie, cree en sí mismo: en sus capacidades, talentos y poderes. Sí, los poderes que va descubriendo en su desarrollo como adolescente; pero también los superpoderes que va adquiriendo como el Hombre Araña.
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Peter cree en sus padres (Richard y Mary Parker) aunque ya no estén físicamente con él; ama, respeta y confía en sus tíos que lo han criado como un hijo. Seguramente Peter confirmaría a su tía cuando le dice a su esposo: “Eres el hombre más responsable que he conocido”. A pesar de que Peter a veces se encierre en su cuarto, no platique mucho y no quiera escuchar los consejos de su tío Ben, valora y le dice mucho la integridad de sus queridos tíos. Sí, ellos son referentes, un testimonio de vida que Peter atesorará toda su vida. Aquellas palabras del tío Ben, “un gran poder implica una gran responsabilidad”, han quedado grabadas para siempre en Peter Parker. En los conflictos y encrucijadas que se le presentan al Hombre Araña, ese credo sale a flote y resuena.
Con todas las burlas y acoso escolar que sufre en la escuela, Peter cree en la amistad. Ahí está su amigo Harry Osborn, ahí está su vecina Mary Jane. Peter valora la amistad y sabe ser amigo. Peter también cree en el amor, valora el amor y ternura de sus tíos y responde a ese amor como respondería todo buen hijo. Peter ama a Mary Jane más que a una amiga: se enamora de ella, se acerca, la cuida, la protege… sí, con su doble personalidad. Muy bien lograda es aquella escena en la que el Hombre Araña desciende de un edificio y se deja besar por Mary Jane quien no sabe que esos labios son de Peter Parker. Peter también ama la ciudad de Nueva York con todo su caos y altos índices de violencia; quiere hacer algo por ella, sobre todo, como el Hombre Araña.
En pocas palabras, Peter cree en el amor y ama de diferente manera a las personas con las que interactúa o se presentan en su vida. Este valor universal del amor será un principio y fundamento en su misión como persona y como superhéroe.
La parábola de los talentos, que cuentan tanto Mateo como Lucas, nos puede ayudar a seguir profundizando en este tema del poder, los dones que hemos recibido y la responsabilidad que esto conlleva. Veamos la parábola:
Sucede también con el reino de los cielos lo que con aquel hombre que debiendo ausentarse, llamó a sus criados y les encomendó sus bienes. A uno le dio cinco talentos, a otro dos y a otro uno, a cada uno según su capacidad; y se ausentó. El que había recibido cinco talentos fue a negociar en seguida con ellos, y ganó otros cinco. Asimismo el que tenía dos ganó otros dos.
Pero el que había recibido uno solo, fue, hizo un hoyo en la tierra y escondió el dinero de su señor. Después de mucho tiempo, regresó el señor y pidió cuentas a sus criados. Se acercó el que había recibido cinco talentos, llevando otros cinco, y dijo: “Señor, cinco talentos me entregaste; aquí tienes otros cinco que he ganado”. Su señor le dijo: “Bien, criado bueno y fiel; como fuiste fiel en lo poco te pondré al frente de mucho: comparte la felicidad de tu señor”. Llegó también el de los dos talentos y dijo: “Señor, dos talentos me entregaste, aquí tienes otros dos que he ganado”. Su señor le dijo: “Bien, criado bueno y fiel; como fuiste fiel en lo poco, te pondré al frente de mucho; comparte la felicidad de tu señor”. Se acercó finalmente el que sólo había recibido un talento y dijo: “Señor, sé que eres hombre duro, que cosechas donde no sembraste y recoges donde no esparciste; tuve miedo y escondí tu talento en tierra; aquí tienes lo tuyo”. Su señor le respondió: “¡Criado miserable y perezoso! ¿Sabías que yo cosecho donde no sembré y recojo donde no esparcí? Debías haber entregado mi dinero a los prestamistas; y al regresar yo, habría retirado mi dinero con los intereses. Por eso quítenle el talento y dénselo al que tiene diez. Porque a todo el que tiene se le dará y tendrá de sobra; pero al que no tiene, se le quitará incluso lo que tiene. Y a este criado inútil arrójenlo fuera a la oscuridad. Allí llorará y le rechinarán los dientes”. (Mt 25, 14-28)
Lo primero que podemos resaltar en esta parábola es que el hombre que confía su hacienda y da los talentos, se ausenta. Lucas dice que se va a “un país lejano” (Lc 19, 12).
Esto nos hace pensar en el Dios creador que nos ama y nos deja libres. Este “ausentarse” de Dios lo podemos comparar con el papá o la mamá que se hace a un lado para que su hijo pequeño de sus primeros pasos y después camine solo. Los talentos son monedas de gran valor que representan los dones que Dios da y que hay que poner a trabajar para que el Reino crezca. Sabemos que el reparto no es igual: “a uno dio cinco talentos, a otro dos y a otro uno, a cada cual según su capacidad” (Mt 25, 15).
Lucas es explícito en el mandato: “Negocien hasta que vuelva” (Lc 19, 13). Con esto podemos pensar que todos tenemos diferentes cualidades y capacidades, que hay que saber reconocer y usar con responsabilidad.
Si seguimos con la parábola, vemos que el que recibió cinco talentos presentó otros
cinco; el que recibió dos, presentó otros dos; el que recibió uno, no hizo nada y regresó el talento que había recibido. A los dos primeros el dueño de la hacienda les dice siervos buenos y fieles; al último, que le regresó lo suyo al patrón, le dice siervo malo y perezoso. La invitación que se nos hace aquí es poner a trabajar los dones que Dios nos dio, de ninguna manera enterrarlos o esconderlos.
En la película vemos cómo Peter Parker descubre con sorpresa y emoción los talentos o poderes arácnidos: fuerza manifestada en sus músculos, sentido de la vista y percepción extraordinaria, destreza y agilidad para trepar paredes, así como la capacidad para producir y lanzar telarañas. Todos estos talentos Peter los usa, en un principio, para provecho propio. Con su fuerza y habilidades arácnidas Parker va a pelear a la lucha libre para poder comprarse un coche. Más adelante, después de la muerte violenta de su tío y de una toma de conciencia, usará sus poderes para defender a la ciudad y enfrentarse a diversos villanos y al crimen organizado.
En los Ejercicios Espirituales de san Ignacio se nos habla del tanto-cuanto: “el hombre tanto ha de usar de ellas (de las cosas) cuanto le ayuden para su fin, y tanto debe privarse de ellas cuanto para ello le impiden”. Peter Parker, una vez que sabe lo que tiene y con lo que cuenta (sus talentos o poderes), usa de estas cosas tanto-cuanto le ayuden para el fin y misión que él ha asumido. Y las deja tanto-cuanto le impidan realizar su misión como superhéroe. Es decir, desarrolla y pone a trabajar sus talentos responsablemente. El Hombre Araña sabe que tiene que dar cuenta y “responder con habilidad” a la realidad que se le presenta y de la que hay que hacerse cargo como ser humano.
En el transcurso de la película y en la segunda y tercera parte de la trilogía de Sam Raimi, así como en El sorprendente Hombre Araña 1 y 2 de Marc Webb, podemos ver cómo Peter Parker/Hombre Araña pone a trabajar sus poderes –no sin dificultad y conflictos internos– para responder a su conciencia, a los otros, al patrón (o a Dios si concedemos que Peter cree en él) por tantos dones o talentos recibidos. Peter Parker con todo lo que es, tiene y hace, podemos decir, es un joven lleno de poder, bueno, fiel y responsable.
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