Existen niños y niñas que desde muy temprana edad comienzan a mostrar interés por una vida religiosa, dicen que quieren ser sacerdotes o religiosas.
Otros lo descubren cuando terminan el bachillerato o la universidad, cuando concientizan aún más su vocación.
Sea cual sea el caso, siempre es de gran ayuda contar con el apoyo de su familia en este camino.
“Los papás deberán entender que este don es un regalo de Dios y una semilla que germinó dentro de su familia, y aceptar esta bendición dependerá de su hijo o hija, pues Dios no va a forzar ese llamado”, explica el padre Rubén Alanís Baltazar, promotor vocacional del Seminario Conciliar de México.
Por otro lado, comenta, es común encontrar padres que obligan a sus hijos a ser sacerdotes o religiosas, ya sea por estatus o porque piensan que ganarán indulgencias. Y que participen en grupos pastorales no quiere decir que a futuro quieran ser sacerdotes o religiosas.
“Hay que recordar que el proyecto de vida es de los hijos y no de los padres. Cuando los hijos le dan gusto a la familia en cuanto a la elección de su vocación, es común que vivan frustrados”.
Para informes pueden acercarse al Seminario Conciliar de México, que cuenta con programas para que los jóvenes desde los 15 años puedan comenzar su camino de discernimiento.
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