Por: Lety Libreros

“¡Mamita! ¡mamitaa! ¡Mamitaaaaaaaaa!” Es el llanto de un niño de tres años al despertar a las cuatro de la tarde, quien ha tomado la siesta después de comer en el rincón del sueño en un aula de su escuela. En ocasiones es un llanto de angustia preguntando por mamá, deseando lo escuche y acuda hacia él. ¿Qué necesita en ese momento? Un abrazo de consuelo.

En la actualidad se han modificado las formas y las costumbres. Hoy nuestros niños pequeños asisten, en su mayoría desde muy temprana edad, a la guardería y después se incorpora a la escuela; pues papá y mamá deben ir a trabajar. El actuar de las familias ha cambiado en horarios y  parece que el tiempo no alcanza para nada. Hay que levantarse temprano (por lo que se duerme entre cinco y seis horas), preparar el desayuno y el lunch, salir corriendo a dejar al niño a la escuela para poder llegar puntual al trabajo. Terminando la jornada a media tarde, cansados, tal vez con preocupaciones del acontecer del día, recoger al niño (o niños), realizar algunas compras, regresar a casa, revisar tareas, preparar algo de cenar, ver pendientes del trabajo y de la casa y a dormir.

Así sucede día a día, el tiempo pasa muy rápido. Los niños crecen y cada momento de su vida tienen un cambio, una sonrisa, un modo de ser, un juego, travesuras que nos hace reír. Así, muchas cosas a lo largo de uno o varios meses de cambios que no se gozaron al crecer y jamás se repetirán.

¿Por qué lo hacemos?, ¿por qué trabajamos tanto? ¿Será por satisfacer las necesidades de la familia, por un mejor modo de vida, crecimiento personal, autorrealización? ¿Qué queremos? ¿Hacia dónde caminamos? Son diversas las razones de nuestro nuevo mundo.

Esta vida hoy por hoy lo demanda, y nuestros niños reclaman la presencia de su mamá y de su papá, somos todo para ellos. En el acontecer de sus vidas tenemos que crear en cada familia un plan de acción para fortalecer las emociones de los niños, de modo que se sientan amados por sus padres, que sepan que sí los aman. Debemos hacer que sientan su apoyo, cariño, seguridad dentro y fuera de casa. Hay que rellenar los corazones de nuestros hijos con nuestra presencia.

No pensemos nosotros solos, como si el problema fuera individual, actuemos en familia, como un equipo para que cada miembro se sienta integrado, valorado y útil en el entorno.

Alfredo Pallares, Doctor Honoris causa por la Organización Americana para la Excelencia Educativa y Orientador Familiar por el Instituto de Ciencias para la Familia de  la Universidad de Navarra, explica “Desde que el niño es capaz de entender y hacer cosas, los papás le irán involucrando en la tarea de hacer de su casa un hogar con mejor ambiente, en donde la colaboración de todos contribuye además para enseñarle al niño que él es importante en la construcción de una vida feliz de su papá, de su mamá, sus hermanos”.

Los siguientes tips los he aplicado en mi vida, espero te sean de mucha ayuda:

1. Realizar una junta en familia en donde se vea todo lo que tenemos que hacer cuando estamos en casa, no importa que el niño sea muy pequeño, pues todo lo entiende y más cuando se le explica mirando sus ojos.

2. Delegar a cada uno sus actividades. Cuando nuestros niños son muy chicos hay que estar cerca de ellos dirigiendo sus encargos o pedirles nos ayuden con los nuestros. Poner la mesa para cenar, sacar los tuppers de comida para calentar, recoger la basura, recoger todo lo que esta tirado. En fines de semana tender la cama, recoger, limpiar algún mueble, tirar la basura, lavar el carro con papá, alimentar y bañar al perro. Ir al mercado o al súper juntos, elaborar la lista de pendientes, etc. Si ellos se sienten útiles y acompañados, en casita crece su autoestima, están felices porque fueron de mucha ayuda para cada uno.

3. Aprovechar el tiempo en casa para dialogar cuando se realizan estas actividades, el hacerlo seguido crea lazos fuertes de confianza y hablar se hace muy natural.

4. Tener momentos de descanso como salir a un parque, jugar un juego de mesa, contar anécdotas, ver y analizar una película juntos.

Recuerda nuestros niños necesitan seguridad y motivación para la vida, la naturaleza que sólo papá y mamá la dan con su compañía, consejos y dirección.

*Directora del Jardín de Niños Mi Tobogán

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DLF Redacción

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