Nos da miedo que nuestras hijas atraviesen por una situación de acoso y violencia; sólo de pensar en esa situación que las pone totalmente en riesgo, un escalofrío recorre nuestro cuerpo. Y es que, para muchos, el acoso u hostigamiento sexual se ha desbordado de tal forma, que para evitarlo no basta con las medidas de seguridad que se les puedan ofrecer desde casa. Pero, ¿se puede hacer algo más desde el hogar para evitarlo?
Puedes leer: Las religiosas que ayudan a las mujeres en situación de prostitución
Sandra Delgado, psicoterapeuta de Cenyeliztli, asegura que sí, y el primer paso consiste es hablarles abiertamente de que existe el acoso y la violencia, pues eso les puede dar herramientas para detectarlo a tiempo y pedir ayuda.
El tema hay que abordarlo desde que son pequeñas, y explicarlo de forma clara conforme a la edad de cada persona, así es más probable que ellas lo identifiquen. Necesitamos dejar claro que “el acoso incluye conductas verbales: insultos, rumores y chismes, propuestas insistentes para conseguir citas o sugerencias sexuales; también conductas no verbales: miradas insistentes o insultantes, roces, manoseos, e incluso, por mensajes con imágenes o contenido sexual a través de cualquier medio digital”, explica.
Es necesario promover el respeto desde la familia: no hacer referencias a su cuerpo, o presionarlas por verse de una u otra forma, sino que cuiden su cuerpo y lo valoren.
Deben entender que tienen derecho a decir ‘no’: así contarán con las herramientas necesarias para negarse a situaciones de presión, y reconocer conductas que las hacen sentir incómodas.
También es indispensable promover la confianza en la familia: decirles que, en caso de vivir una situación de acoso, pueden contar con su familia.
Si una joven nos revela que es víctima, es muy importante escucharla y no responsabilizarla ni minimizar el caso. Afrontarlo puede ser doloroso, pero no hacerlo puede acarrear consecuencias graves. De ser necesario, acude a las autoridades escolares o civiles para pedir ayuda.
Si una joven sufrió acoso no le digas: ‘¿Qué hiciste tú?’ o ‘¿Dónde estabas?’. Mejor pregunta: ¿Qué fue lo que pasó?
‘Nadie puede tocarte sin tu permiso’. Bianca, 24 años.
Tenía 16 años la primera vez que un hombre adulto, escudado tras su figura de autoridad, se me insinuó: yo iba en la prepa y él era mi profesor. Tenía 18 años la primera vez que alguien tocó mi cuerpo sin mi permiso: era el segundo día de clases de mi primer semestre en la universidad y el hombre que iba tras de mí en el transporte público se frotó contra mí mientras manoseaba mi pierna.
Tenía 21 años la primera vez que me ofrecieron un puesto a cambio de sexo, y 22 años la primera vez que tuve miedo de rechazar a alguien porque temía de lo que era capaz de hacerme. Y así como esas situaciones dolorosas, he sido violentada en fiestas, en el gimnasio, en la universidad y hasta en mi propia casa, cuando me percaté de que un hombre me espiaba desde afuera de la ventana mientras me cambiaba.
La violencia parece venir desde cualquier lugar, pues todas las mujeres tenemos historias en las que un hombre (familiar, amigo, vecino, compañero, desconocido) pensó que podía insinuársenos, tocarnos o agredirnos sexualmente.
El feminismo, una corriente filosófica y social que busca la igualdad de derechos y oportunidades…
“Y recorrió toda la comarca del Jordán, predicando un bautismo de conversión para perdón de…
El 29 de diciembre iniciaremos el Año Jubilar 2025 en las diócesis del mundo, con…
Lo que empezó en los años 20 del siglo pasado como una causa homicida, al…
‘¡Viva Cristo Rey!’ Hagamos nuestra esta frase, no como grito de guerra, sino como expresión…
El Vaticano publicó la segunda edición del libro litúrgico que contiene las instrucciones relacionadas con…
Esta web usa cookies.