“El fenómeno del bullying, de acuerdo con los criterios que la Conferencia del Episcopado Mexicano ha manejado para los colegios, consiste en una actitud reiterada de abuso, violencia, menosprecio, burla o agresión contra una persona”, así lo señala la hermana Teresa López Cao, quien, como directora del Instituto Pedagógico Anglo Español (IPAE), ha buscado poner especial atención en esta problemática, que deja heridas en muchos niños y afecta su personalidad.
La hermana Teresa López es religiosa de la Congregación del Verbo Encarnado; y como tal, señala que todos los seres humanos somos hijos amados de Dios, razón por la que debemos valorarnos unos a otros, respetarnos y ayudarnos a crecer. Sin embargo, la cuestión no es tan sencilla; como directora del IPAE –dice–, se ha dado cuenta de lo complicado que es el trato entre los jóvenes, sobre todo a nivel secundaria, pues a su edad experimentan muchos cambios hormonales, además de que les importa mucho el ‘¿qué dirán?’, así que buscan afirmarse en sus espacios, muchas veces a costa de los compañeros.
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Pero comprender esto no es lo mismo que aceptarlo. “Lo primero que tenemos que ver –dice la religiosa–, es que hay jóvenes que son víctimas del maltrato, y otros que son victimarios. Generalmente el perfil de quienes practican el bullying es que son niños a quienes en casa se les trata con violencia. Mientras que el perfil de las víctimas comúnmente es que son niños con baja autoestima; aunque a veces también algunos que llegan nuevos a la escuela, o los extranjeros”.
Sobre ambos tipos de alumnos, el personal docente y administrativo debe estar muy al pendiente, por lo que es necesario detectarlos. Por ejemplo –explica–; es muy normal que haya chicos calladitos, pero así se mueven todo el tempo en medio de los demás; el problema es cuando hay un niño que no se junta con nadie, que se va quedando solo, que no quiere trabajar en equipos y se refugia en el último rincón de la escuela; en este sentido, muy probablemente el niño esté siendo molestado.
La hermana Teresa López acepta que en la actualidad el tipo de bullying que se emplea ya no se basa tanto en agresiones físicas, pero eso no significa que los acosos del tipo digital no tengan consecuencias negativas en las víctimas, pues es un tipo de violencia que no se puede observar a simple vista, y por lo tanto puede ser empleada con mucha regularidad y durante largo tiempo, situación que es necesario considerar, denunciar y atender con prontitud.
Es cierto que muchas veces el factor “miedo” bloquea la denuncia o la acusación por parte de los compañeros –opina la religiosa–; pero siempre hay formas de proceder. “Una vez, frente a un caso de bullying, le pregunté a una chica por qué no había hablado de la situación si ella la conocía, y me contestó: ‘Madre, me da mucha vergüenza decirlo, pero uno internamente dice: «mientras lo molesten a él, pues no me van a molestar a mí»’. En este caso, debemos ponernos en los zapatos de la víctima y actuar de acuerdo con lo que nos gustaría que hicieran por nosotros”.
Uno de los objetivos, no sólo para nuestro colegio, sino para todas las escuelas, debe ser formar una red de apoyo entre alumnos, docentes, autoridades y padres de familia; “una red no basada en el miedo o en las complicidades, sino en la solidaridad cristiana; una red que tenga por tarea que nadie, absolutamente nadie se quede solo”.
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