El Día de las personas mayores es un día para reconocer el valor de los adultos mayores en la sociedad.
En México, en 1998 se instituyó en todo el país, el 28 de agosto como Día del Anciano, sin embargo, con el avance en el tema de la vejez hoy día se conoce como “Día nacional de las personas mayores”, no como día del abuelo debido a que no todas las personas mayores son abuelos y no todos los abuelos son personas mayores.
Así que en el marco del Día de las Personas Mayores nos avocaremos a visibilizar, sensibilizar, promover y difundir la importancia de la presencia de las personas mayores en la familia, en la comunidad y como parte de la sociedad en general.
Cuando somo jóvenes es muy raro que pensemos en nuestra vejez y mucho menos pensamos o nos interesamos en prepararnos para esa etapa, la vemos en la vida de nuestros abuelos y eventualmente en la de nuestros padres, pero en nosotros la percibimos muy lejana, no nos duele nada, somo activos, la juventud la vivimos a través de nuestra vitalidad y de las cosas nuevas que vivimos y descubrimos cada día, en la realización de nuestras metas a corto plazo, al paso de los años esa personas mayores en las que veíamos la vejez van muriendo dando paso a las nuevas generaciones de personas mayores y es entonces cuando hacemos un alto y nos damos cuenta que esas nuevas generaciones somos nosotros.
Justo es el momento para aprender a envejecer con una nueva mirada, una mirada en la que nos volvamos protagonistas de nuestro propio desarrollo y tomemos las mejores decisiones que impacten de manera positiva tanto en cuerpo, mente y espíritu.
Me gustaría compartir con ustedes la vida del señor Ricardo Montero Ledesma, una persona mayor a la que conocí hace 10 años, actualmente ya no está con nosotros, sin embargo, fue una persona mayor que dejó su legado en la comunidad.
El señor Montero desde muy pequeño apoyó a su abuela la cual tenía un gran olfato para los negocios, pero el problema era que la abuela no sabía contar, así que él a sus nueve años de volvió su administrador.
Conformé fua avanzando el tiempo, siguió en el ramo del comercio, se casó y tuvo seis hijos, ya cuando cumplió 45 años se dio cuenta que la obesidad y los malos hábitos no eran buenos para su salud por lo que empezó hacer ejercicio, sin pensar que al pasar el tiempo estaría promoviendo dos carreras, una dirigida a comunidad a los adultos y otra a niños y jóvenes, las cuales se repetirían por 12 años.
Orgulloso de lo que había logrado desde los 45 años participó en 850 carreras promoviendo en todo momento el amor al deporte entre los niños y jóvenes, además de estudiar la primaria y la secundaria a la edad de 60 años logrando escribir dos libros en el año 1997.
Colaboró con la Fundación Cáritas para el Bienestar del Adulto Mayor, en distintos encuentros intergeneracionales en dónde animaba a las distintas de generaciones no solo hacer ejercicio, sino también a amar su comunidad.
Gran promotor de la actividad física y de las actividades comunitarias, gracias Don Ricardo por su legado y por el placer de conocerlo.
“Su misericordia se extiende de generación en generación” (Lc 1,50)
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