Esta semana México registró su tercer día con más contagios de covid-19 en lo que va de la pandemia: 21,563 nuevos casos del 5 al 6 de agosto de 2021. Esta alza en los contagios y hospitalizaciones nos da noción de por qué este período ha sido llamado “la tercera ola de la pandemia”.
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Después de algunos meses donde parecía que el fin de las restricciones estaba cerca, regresar a un repunte de contagios puede provocar sentimientos encontrados: miedo y enojo, al pensar que podemos regresar al confinamiento; o indiferencia, pues muchos simplemente optan por ignorar la amenaza.
Sin embargo, hace casi año y medio que vivimos esta realidad llamada pandemia. El Papa Francisco ha asegurado que de esta pandemia no podemos salir siendo los mismos y, aunque no hemos “salido”, es un hecho que no somos los mismos.
Conocemos lo que hace el virus, conocemos las medidas para cuidarnos —las más importantes: usar cubrebocas, procurar la higiene de manos y mantener la sana distancia— y, sobre todo, conocemos las repercusiones de una pandemia.
Con este conocimiento previo, tenemos más herramientas para “domar” la ola. Las decisiones que tomemos individualmente y como sociedad definirán qué tan alta (y larga) será esta tercera ola.
Por ello, hacemos un llamado a sumar esfuerzos: a las autoridades a garantizar servicios de salud a quienes los requieran y diseñar políticas que favorezcan la disminución de contagios, y a la población a tomarse en serio esta tercera ola, no bajar la guardia, y continuar las medidas de seguridad que conocemos muy bien.
En un FB Live, el pasado 1 de agosto, el obispo auxiliar de la Arquidiócesis Primada de México, Monseñor Héctor Mario Pérez, aseguraba que esta tercera ola es una oportunidad para crecer en la Caridad y la Esperanza. La caridad, que comienza en cuidar de nuestra salud y la de los demás, pero también en velar por el bienestar de nuestro prójimo: debemos estar cerca de los adultos mayores, atentos a los enfermos y acompañar a los que sufren.
No perdamos la esperanza, pues esta tercera ola viene también con un descenso en la letalidad de la enfermedad (de acuerdo con datos del Gobierno de México, el porcentaje de personas que fallecen después de enfermarse ha disminuido a un 1.9%, comparado con el máximo de 22%) y un avance en la vacunación.
Además, quienes creemos en Cristo, sabemos que Dios es nuestra Esperanza porque Cristo ha vencido la muerte con su Amor. Aferrémonos a esa esperanza mientras avanzamos por este crítico periodo.
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