La Iglesia, como Madre que abraza, consuela, acompaña y cuida a sus hijos, hace un nuevo y urgente llamado a la paz en México, poniendo su mirada de manera particular en Chiapas.
Los imparables actos criminales en el país, como el que lamentablemente en días pasados le arrancó la vida al padre Marcelo Pérez, dejan marcas profundas en una sociedad que una y otra vez ha dicho “¡Ya basta de tanta violencia!”.
En un esfuerzo más, de un llamado constante que desde hace años viene haciendo la Iglesia en México, en estos días organiza una serie de actividades, gestos concretos de amor y cercanía, para promover la paz.
Peregrinaciones, toques de campana, jornadas de oración, horas santas, momentos de reflexión, foros de paz, y más, para pedirle una vez más a las autoridades que atiendan este llamado urgente a trabajar por la paz en conjunto, en una estrategia que involucre a toda la sociedad, que permita el diálogo y la escucha.
Nuestro llamado, nuestra exigencia es unánime: Queremos paz. Una paz que emerja desde lo profundo, que sea sólida, duradera, que surja de una estrategia que haga frente a los principales problemas sociales que hoy vivimos, que reconstruya a un tejido social roto, y que recupere el valor de la dignidad humana, que hoy se ha perdido.
Hacemos un llamado para construir una paz que surja desde el diálogo y la escucha, que elimine la polarización, y en la que se legislen leyes que aboguen por la defensa de la vida.
Los obispos de México reconocen la labor de todos los pastores y agentes de pastoral que construyen puentes de diálogo en medio del conflicto; que defienden la dignidad humana en cada lugar donde es amenazada; que promueven la reconciliación en contextos de división; que elevan la voz por los que han sido silenciados, y que acompañan y consuelan a las comunidades víctimas de la violencia.
En su más reciente encíclica, Dilexit Nos, el Papa Francisco nos habla del inmenso amor de Jesús, un amor que late incesantemente y que es capaz de hacer reinar la paz en cada lugar de la tierra donde la humanidad vive momentos dramáticos: el amor del Corazón de Jesús que puede rehacer la concordia incluso en los lugares donde parece que la capacidad de amar ha muerto.
Pidamos a Jesús, Príncipe de la Paz, que traiga a nuestro querido México paz y reconciliación, que infunda tranquilidad en todos los corazones y que ofrezca el consuelo de Su amor a todo aquel que hoy sufre y llora a causa de la violencia extendida por nuestro país.
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