Las historias de violencia e inseguridad acechan a la Ciudad de México y al país, y son reflejo de problemáticas que no se han terminado de resolver: falta de educación, carencia de buenos empleos y oportunidades, pobreza, corrupción e impunidad, entre otros.
No son tiempos sencillos en México, y menos en una sociedad que vive una transición impulsada por las nuevas tecnologías, capaces de acelerar cualquier proceso, y que lo mismo pueden ser utilizadas para propósitos puros y nobles, que para causar efectos negativos y perversos.
La inseguridad y la corrupción se han convertido en las dos batallas principales del nuevo gobierno y de la sociedad; sin embargo, pareciera que las acciones tomadas hasta hoy no son suficientes. ¿Qué falta por hacer?, ¿Qué estamos haciendo mal?, ¿De qué forma podemos apoyar para terminar de raíz con estos temas que nos duelen en lo más profundo?
No nos podemos escudar en echar las culpas a las administraciones pasadas porque eso sería “escurrir el bulto” del problema.
La Cuaresma llega a su fin este domingo, y con ello cierra la temporada de conversión interior más relevante del año, pues nos prepara para la fiesta de la Resurrección del Señor. El tiempo ideal para hacer un alto en el camino, evaluar nuestras acciones y reconciliarnos con Dios. Motivados por este tiempo, hacemos una invitación a los gobernantes, políticos y a todas las autoridades que vigilan por nuestra seguridad para hacer una reflexión sobre la situación que vive nuestro país, y las acciones que se están realizando para enfrentar este flagelo.
Detrás de cada acto de violencia existe una historia que lo originó, y que, tanto gobierno como sociedad, no estamos atendiendo de manera correcta. La confianza ciudadana se fortalece con acciones que lleven a superar situaciones críticas de forma progresiva y, sin evadir responsabilidades, promover formas de actuación conjunta entre sociedad y gobierno porque son las realidades implicada de gobernantes y gobernados.
El futuro del país está en nuestras manos, y nos exige acciones firmes desde nuestras respectivas trincheras, empezar por nosotros mismos, cuidar a nuestras familias, estar atentos al entorno, ser participativos en la toma de decisiones fundamentales y estar bien informados, pues es la información la que nos dará el poder de actuar y decidir con certeza.
Es tiempo de actuar en unidad. Tenemos que encontrar el punto de reconciliación social, que nos permita a todos los actores trabajar juntos en la construcción de un país seguro y sin corrupción.
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