¿Qué es el hombre?, ¿cuál será el futuro de la humanidad en la era de las inteligencias artificiales?, y ¿cómo podemos seguir siendo plenamente humanos y orientar hacia el bien el cambio cultural en curso? En el inicio de este año, el Papa Francisco ha puesto sobre la mesa estas tres preguntas, mientras dos temas dominan los avances tecnológicos: ciberseguridad e inteligencia artificial.
El máximo líder de la Iglesia católica ve en la inteligencia artificial uno de los grandes desafíos globales, y lo ha evidenciado ya en dos documentos emitidos en lo que va de este naciente año: por un lado, en el Mensaje para la 57ª Jornada Mundial de la Paz, titulado “Inteligencia artificial y paz”, y por otro lado, en el Mensaje para la 58ª Jornada Mundial de las Comunicaciones Sociales, llamado “Inteligencia artificial y sabiduría del corazón para una comunicación plenamente humana”.
Hay dos palabras que resaltan en ambos mensajes: “oportunidades” y “riesgos”. Oportunidades para mejorar las condiciones de vida de las personas, para aliviar el sufrimiento que afecta a las familias, para reducir las desigualdades e injusticias, e incluso para ayudar a poner fin a los grandes conflictos, crear transportes más eficientes, mercados más dinámicos, y evolucionar la recopilación, organización y verificación de datos.
Riesgos, y graves, de fomentar las guerras e intervenciones con el uso de armas inteligentes, de condicionar las elecciones políticas, ceder a la tentación del egoísmo e interés personal, dar rienda suelta al afán de lucro y la sed de poder, riesgo de lastimar la libertad y la convivencia pacífica, y en gran escala, de afectar a nuestro planeta.
Mientras avanzan las inteligencias artificiales, la Iglesia hace un llamado a que su desarrollo sea acompañado responsablemente, a orientar la expansión tecnológica en el respeto de la justicia y hacia la búsqueda de la paz y del bien común, del desarrollo integral del hombre, cuidando valores determinantes, como la privacidad, equidad, inclusión, transparencia y responsabilidad.
Invitamos a que las personas hagan uso de ella de forma ética y responsable, y a las autoridades y empresas a impulsar la creación de organismos encargados de regular su uso, de evaluar las dudas éticas y, como pide el Papa Francisco, de tutelar los derechos de los que utilizan formas de inteligencia artificial o reciben su influencia.
Toda tecnología que contribuya en el crecimiento de las desigualdades, de la guerra, y que fomente el egoísmo y la sed de poder no puede ser considerada un verdadero progreso.
“La respuesta no está escrita, depende de nosotros. Corresponde al hombre decidir si se convierte en alimento de algoritmos o en cambio sí alimenta su corazón con la libertad, ese corazón sin el cual no creceríamos en sabiduría”, señala el Papa Francisco.
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