Este domingo 10 de julio inicia la Jornada de Oración por la Paz, convocada por la CEM. Foto: Especial.
Este domingo inicia la Jornada de Oración por la Paz, convocada por la Conferencia del Episcopado Mexicano para pedir a Dios que ayude a nuestro país frente a los hechos violentos que actualmente se registran y que lastiman a la sociedad.
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Desde hoy, y hasta el último día del mes, la Iglesia que Peregrina en México -y todo aquel que desee sumarse a esta iniciativa-, estará pidiendo a Dios por las víctimas de la violencia, así como por nuestros gobernantes, nuestros pastores y todos quienes habitamos este hermoso país, incluidos quienes hacen el mal, a fin de que se conviertan al Señor.
Oraremos, pues, para que la sangre derramada en México, sea la sangre de Jesús que riegue nuestra tierra y la haga fértil para poder emprender un verdadero camino que nos enfile hacia la paz.
La Jornada de Oración por la Paz inicia este 10 de julio: durante este día, en todas las parroquias del país se celebrarán Misas en memoria de los sacerdotes, religiosos y religiosas que han sido asesinados.
A partir de mañana, lunes 11 de julio, y hasta el día último del mes, se celebrarán Misas en lugares significativos de la República Mexicana, que representen a todas las personas que han desaparecido o sufrido una muerte violenta en México.
Y para concluir esta iniciativa, en las Misas que se celebren el día 31 de julio, se pedirá por la conversión de todos los victimarios, de quienes dedican su vida a hacer el mal, toda vez que también son nuestros hermanos y necesitan de nuestra oración.
Como un país apuntalado en los valores cristianos, México no se puede dejar vencer por el desánimo o la frustración; por el contrario, debe depositar su esperanza en Jesucristo Nuestro Señor, quien venció a la muerte cuando la victoria del mal parecía definitiva.
Deseamos que exista una apertura al diálogo entre autoridades de gobierno y quienes conformamos la sociedad civil, en el que participen académicos, empresarios, especialistas en procesos de paz, líderes de organizaciones sociales, y en el que se nos permita compartir nuestras experiencias. Un diálogo que abone a una estrategia efectiva de pacificación nacional.
Hoy es el momento de actuar. A Dios rogando y con el mazo dando: asumamos todos la tarea de construir la paz, desde la familia, desde las aulas, desde nuestras comunidades vecinales y círculos sociales, buscando siempre la unidad nacional.
Pero sobre todo, elevemos siempre nuestras plegarias, especialmente por nuestros gobernantes, “para que tengamos paz y tranquilidad, y llevemos una vida piadosa y digna. Esto es bueno y agradable a Dios nuestro Salvador”. (Cf 1 Timoteo 2:1-3).
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