El Papa León XIV recordó algo esencial a los seres humanos: “somos criaturas entre las criaturas, no creadores”. Foto Vatican Media.
Hace unos días, la iniciativa Borgo Laudato si’ abrió sus puertas y, con ello, se hizo vida una declaración de la Iglesia para el mundo.
Sembrado por el Papa Francisco, con su poderosa Encíclica Laudato si’ y su llamado a cuidar la casa común, y hecho germinar por el Papa León XIV, el Borgo se presenta como un gesto profético que nos dice que la ecología integral no es un anexo de la vida cristiana, sino su modo de estar en el mundo.
Por eso aprovechamos esta oportunidad para reforzar el llamado urgente de pasar de la contemplación pasiva de quienes pretenden defender al medio ambiente, a la vocación concreta del cuidado de la creación; de la denuncia abstracta a la pedagogía de procesos; de la sensibilidad ecológica a la conversión ecológica (Laudato si’, 216) que toca hábitos, economías y relaciones humanas, y que se realiza a través de la educación y la catequesis.
Este es un llamado que habla un lenguaje que comprende el planeta entero: el del cuidado como misión, y que desde la Arquidiócesis de México hemos reforzado a través de la Comisión de Ecología mediante talleres, actividades, estrategias conjuntas con instituciones académicas y algunas entidades de gobierno.
El Papa León nos recordó hace unos días algo esencial: “somos criaturas entre las criaturas, no creadores”. La crisis ecológica, social y espiritual que vivimos tiene una raíz común: la confusión de dominio con dignidad.
No se trata de “hacer algo ecológico”, sino de cambiar los estilos de vida, los modelos económicos y las decisiones públicas hacia el cuidado, pues cuando el ser humano acepta ser custodio de lo que Dios le regaló, entonces florece lo que habita.
Y este signo pide respuesta, es un pacto al que somos llamados todos. Para consumir menos y mejor; para transformar la energía de nuestras casas y templos; para revisar esquemas financieros que dañan al medio ambiente o descartan a los vulnerables; para poner el grito de los pobres y los más necesitados en el centro de nuestras decisiones.
El llamado es a vivir distinto: más cerca, más sobrios, más agradecidos y como nos pidió el Papa Francisco a través de Laudato si’: “recuperar una serena armonía con la creación, reflexionar sobre nuestro estilo de vida y nuestros ideales, y contemplar al Creador que vive entre nosotros y en todo lo que nos rodea”.
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