Editorial

Decálogo para construir una justicia verdaderamente humana

En un tiempo marcado por desigualdades, violencias estructurales y la fragilidad de los sistemas judiciales, urge recuperar y promover una visión de justicia que no solo responda a las exigencias legales, sino que tenga un rostro social.

Como sociedad, no podemos ser indiferentes ante la injusticia, ni conformarnos con una justicia meramente punitiva o burocrática, ni mucho menos a una justicia que solo sirva a unos cuantos.

En un momento clave para la historia de nuestro país, y bajo la luz de una visión cristiana, resaltamos diez características esenciales para una justicia verdaderamente humana:

  1. Justicia con rostro humano
    Todo sistema justo debe poner en el centro a la persona. “Dar a cada uno lo suyo significa que ningún individuo o grupo humano se puede considerar omnipotente, autorizado a pasar por encima de la dignidad y de los derechos de las otras personas singulares o de sus agrupaciones sociales”. (Papa Francisco, Discurso ante la ONU de 2015).
  2. Justicia restaurativa
    Más que castigar a una persona, se trata de sanar a una sociedad. La justicia debe aspirar a la reparación del daño y a la reintegración del ofensor. “La justicia sólo se busca adecuadamente por amor a la justicia misma, por respeto a las víctimas, para prevenir nuevos crímenes y en orden a preservar el bien común, no como una supuesta descarga de la propia ira”. (Papa Francisco, Fratelli Tutti 252).
  3. Justicia equitativa
    Reconocer la desigualdad de condiciones y actuar para equilibrarlas, garantizando el acceso igualitario de todos a la defensa de sus derechos y a la oportunidad de recibir justicia.
  4. Justicia que defiende a los más débiles.
    La justicia debe estar cerca de los excluidos. Una justicia verdaderamente humana debe comprometerse especialmente con los pobres, los pueblos originarios, los migrantes y las víctimas. La voz de los que no tienen voz debe ser escuchada con prioridad.
  5. Justicia transparente
    La justicia requiere que las decisiones y procesos sean claros y comprensibles para todos, para que se evite cualquier forma de corrupción y se promueva la confianza en las instituciones. Cualquier forma de opacidad es también una forma de violencia institucional.
  6. Justicia pronta
    La lentitud de muchos procesos legales es en sí una injusticia. El acceso a una justicia pronta y expedita es indispensable en un buen sistema judicial.
  7. Justicia integral
    No se puede fragmentar la justicia. No basta con condenar un delito sin abordar sus causas estructurales. Una justicia auténtica forma parte de una estrategia que también promueve condiciones de vida dignas, educación, salud, trabajo y cultura de paz.
  8. Justicia educativa
    Educar para la justicia es tan importante como aplicarla. Una sociedad justa se construye desde la conciencia de los ciudadanos. La formación en la justicia comienza en la familia, continúa en la escuela y se consolida en la comunidad.
  9. Justicia como proyecto de nación
    La justicia no se impone desde arriba; se construye impulsando el diálogo y la participación, pensando siempre en el bien común a largo plazo como un proyecto común para la humanidad presente y futura. “Pensar en los que vendrán no sirve a los fines electorales, pero es lo que exige una justicia auténtica”. (Papa Francisco, Fratelli Tutti 178).
  10. Justicia con misericordia
    Desde la Iglesia, no podemos separar la justicia de la misericordia. Jesús lo enseñó con su vida: con la mujer adúltera, con Zaqueo, con el buen ladrón. Una justicia sin misericordia se vuelve fría y mecánica; una misericordia sin justicia puede ser permisiva e irresponsable.
    “Por esto Dios va más allá de la justicia con la misericordia y el perdón. Esto no significa restarle valor a la justicia o hacerla superflua, al contrario. Dios no rechaza la justicia. Él la engloba y la supera en un evento superior donde se experimenta el amor que está a la base de una verdadera justicia”. (Papa Francisco, Misericordiae Vultus 20-21).

Durante años hemos hablado de justicia, tanto que a veces pareciera ser una meta inalcanzable o una utopía romántica. Sin embargo, es necesario recordar que la justicia es un compromiso y un esfuerzo colectivo, que implica a cada individuo, comunidad y país. No se alcanza de una vez para siempre; tiene que ser conquistado cada día.

Como Iglesia, como ciudadanos y como hermanos, estamos llamados a ser constructores de una justicia que humanice y reconcilie. A través de la justicia, podemos construir un futuro más prometedor, para que todos vivamos con dignidad, paz y esperanza.

DLF Redacción

La redacción de Desde la fe está compuesta por sacerdotes y periodistas laicos especializados en diferentes materias como Filosofía, Teología, Espiritualidad, Derecho Canónico, Sagradas Escrituras, Historia de la Iglesia, Religiosidad Popular, Eclesiología, Humanidades, Pastoral y muchas otras. Desde hace 25 años, sacerdotes y laicos han trabajado de la mano en esta redacción para ofrecer los mejores contenidos a sus lectores.

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