Ya lo ha dicho el Papa Francisco, “Hoy hay más mártires que en los primeros tiempos de la Iglesia. Tantos hermanos nuestros que ofrecen su testimonio de Jesús y son perseguidos”. Podemos encontrar ejemplos de ello en todas partes del mundo, pero hoy en particular es inevitable dirigir la mirada hacia nuestros hermanos en Nicaragua.
En las últimas semanas fueron desterrados 222 presos políticos, a quienes les fue arrebatada su patria y su nacionalidad a cambio de su libertad. Entre ellos hay sacerdotes, periodistas, activistas y más, pero hay una persona que se negó a subir en ese avión para quedarse y acompañar a su pueblo: Monseñor Rolando Álvarez, obispo de Matagalpa, detenido en agosto de 2022.
Sin un juicio justo y bajo los cargos de “delito de conspiración”, “propagación de noticias falsas” y “desacato a la autoridad”, fue condenado hace unos días a 26 años y 4 meses en prisión.
Monseñor Álvarez es un obispo entregado a Dios, muy querido por su comunidad y por el mismo Papa Francisco, quien ha manifestado su tristeza a causa de la situación que ocurre en Nicaragua.
“Rezo por ellos y por todos los que sufren en esa querida nación y les pido sus oraciones”, expresó el Papa el domingo 12 de febrero, y es el llamado al que nos sumamos como Iglesia.
Estamos por comenzar la Cuaresma, un tiempo de preparación rumbo a la Pascua, y que tiene tres pilares fundamentales: 1) la caridad, 2) el ayuno y la abstinencia, y 3) la oración.
Aprovechemos para dedicar tiempo a reflexionar sobre lo que ocurre más allá de lo que ven nuestros ojos, a ser empáticos con aquellas realidades fuera de nuestro entorno.
En esta Cuaresma hagamos oración por las millones de personas afectadas en Siria y Turquía a causa de los terremotos, por las millones de personas afectadas por la guerra en Ucrania, que esta semana cumple un año, y por el pueblo de Nicaragua, particularmente, por quienes son perseguidos solo por cumplir su misión sociocaritativa y profética en la Iglesia.
Invitamos a nuestros fieles a apoyar la colecta que hoy se organiza en las parroquias de la Arquidiócesis de México para reunir recursos para Siria y Turquía, y también a ofrecer este tiempo de ayuno y oración en Cuaresma por todos nuestros hermanos que sufren, para que pronto encuentren la paz que les ha sido arrebatada. Elevemos nuestras plegarias al cielo por todos los mártires de nuestros tiempos, para que Dios les de el consuelo y la fortaleza para continuar en su lucha.
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